Cuando el diseño participó en los Juegos OlÃmpicos de Barcelona’92
Con motivo del veinte aniversario de la Olimpiada de Barcelona, en diciembre de 2012 se celebraron las Jornadas «Barcelona'92: una olimpiada del diseño», en las que participaron algunos de sus protagonistas.*
Isabel del RÃo | Febrero de 2013 |
Cartel para la exposición conmemorativa del veinte aniversario de Cobi, la mascota olÃmpica diseñada por Javier Mariscal. |
El pasado verano de 2012 se cumplÃan veinte años de la celebración de los Juegos OlÃmpicos en Barcelona, un hito en la historia de la ciudad condal y de nuestro paÃs. Sin embargo, esta efeméride ha pasado sin pena ni gloria, al menos para la mayorÃa. Sà es cierto que se celebraron una serie de eventos conmemorativos durante los meses de julio y septiembre -para no coincidir con los Juegos en Londres- como, por ejemplo, el homenaje a la llama olÃmpica mediante un recorrido de relevos con la antorcha por las calles de Barcelona que finalizó en el Museu OlÃmpic i de l’Esport Joan Antoni Samaranch, la carrera de la Mercè cuyas camisetas llevaron el logo del 20º aniversario de Barcelona’92, un espectáculo piromusical o la simulación del encendido del pebetero olÃmpico. Asimismo, debemos destacar entre estas actividades conmemorativas la exposición realizada en el Museu OlÃmpic que se pudo visitar del 24 de mayo al 2 de septiembre de 2012, dedicada a la mascota olÃmpica que diseñó el Estudio Mariscal. Bajo el tÃtulo «Cobi: Ara que tinc vint anys», la muestra fue un pequeño homenaje a este personaje tan emblemático y presentó a través de imágenes, fotografÃas, objetos e historias, un itinerario visual de su evolución y de sus diferentes rasgos que propiciaron que este perro se convirtiera en un distintivo universal de la ciudad de Barcelona.
Sin embargo, todas estas actividades estuvieron más ligadas a recordar el espÃritu deportivo del momento que a las olimpiadas en general. Efectivamente, no debemos olvidar que mientras el espectáculo del deporte de los Juegos OlÃmpicos dura unos quince dÃas, las Olimpiadas representan la puesta a punto de una ciudad durante un periodo de varios años, lo cual le confiere un carácter mucho más relevante. Y podemos decir, con toda seguridad, que las olimpiadas tuvieron mucho más peso para Barcelona que el deporte en sÃ.
Las Olimpiadas de Barcelona’92
Una oportunidad única, irrepetible y bien aprovechada es en lo que se convirtieron las Olimpiadas de Barcelona’92 que significaron todo un «trampolÃn» para dar a conocer la ciudad a nivel mundial. Fue un proceso largo y costoso que se inició el 17 de octubre de 1986 -fecha de la candidatura final de Barcelona como sede de los XXV Juegos OlÃmpicos- y culminó el dÃa en que la ciudad se examinaba ante los focos de la comunidad internacional aquel emotivo 25 de julio de 1992.
Primer cartel publicado por la Oficina OlÃmpica, en el que se muestra una vista de Montjuïc, ca. 1983. |
Sin embargo, ¿qué hizo que ese dÃa Barcelona aprobara y con creces aquel examen, y no sólo desde el punto de vista deportivo? ¿En qué consistieron exactamente aquellas olimpiadas para la ciudad de Barcelona? Podemos comenzar diciendo que el éxito se debió, sin duda, a la correcta sinergia de esfuerzos cuyo resultado fue mayor que la suma de éstos, y sobre todo, a un mismo objetivo común: la proyección de Barcelona como una ciudad moderna, cultural y cosmopolita.
Allá por los 1970, España vivÃa un periodo de crisis bastante preocupante que se vio reflejado en el estado de las ciudades y de sus infraestructuras. Sin embargo, esta situación pudo comenzar a cambiar con la legitimación de las autonomÃas. Los entonces alcaldes de Barcelona NarcÃs Serra y, posteriormente, Pasqual Maragall iniciaron un proceso para la candidatura olÃmpica de la ciudad a principios de los 1980 con la finalidad de colocar a Barcelona en el mapa internacional. Este proceso fue apoyado posteriormente por la Generalitat de Catalunya presidida por Jordi Pujol. Y tras la elección final, se creó el COOB: Comité OlÃmpico Organizador de Barcelona’92, que funcionó como un motor integrador de todos aquellos esfuerzos.
Vista del túnel de Vallvidrera que une Barcelona ciudad con el Vallès, atravesando la Sierra de Collserola, 1991. |
Las Olimpiadas de Barcelona propiciaron la oportunidad de realizar una importante inversión y transformar asà la ciudad a través de numerosas iniciativas como, por ejemplo, la mejora de grandes estructuras como las rondas o la correcta regulación del tráfico gracias a una nueva señalización. Sin embargo, también surgió la oportunidad de realizar una intensa promoción de la ciudad de Barcelona. Y aquà es donde podemos decir que entró «en juego» el diseño.
La marca Barcelona
Gracias a las Olimpiadas, se potenció más a Barcelona que a los propios Juegos OlÃmpicos porque existÃa una voluntad común entre todos los agentes que intervinieron: polÃticos, arquitectos, diseñadores, crÃticos, voluntarios, escuelas. Se sumaron los esfuerzos de empresas privadas y de la Administración pública. Existió una verdadera complicidad a la hora de evitar proyectar una imagen anti-moderna de la ciudad. Los valores a través de los cuales se quiso mostrar a Barcelona, y por ende a España, fueron los mismos. No hubo faralaes ni castañuelas, ni una imagen latina del Mediterráneo, sino la imagen de un paÃs democrático, abierto y plural. Se dejaron de lado los tópicos urbanos como podÃan ser la BasÃlica de la Sagrada Familia, la estatua de Colón o las Ramblas. Se buscaron las verdaderas raÃces que potenciaban una identidad local y a la vez universal: GaudÃ, Picasso, Miró, DalÃ,… En definitiva, hubo un pacto tácito sobre lo que era el diseño y sobre el papel que éste jugarÃa a favor de una Barcelona que pronto entrarÃa en un nuevo siglo.
El diseño se convirtió en una herramienta que ayudó a que Barcelona disfrutase de una identidad corporativa pública y diferenciada. Se diseñó todo aquello susceptible de ser diseñado: desde el logotipo, la mascota, los pictogramas, la antorcha, el pebetero, hasta la propia ceremonia de inauguración y su lema «Amics per sempre» («Amigos para siempre»).Â
El propio presidente de honor del Comité OlÃmpico Internacional, Juan Antonio Samaranch manifestó que los Juegos OlÃmpicos de Barcelona habÃan sido los mejores hasta la fecha y destacó aquella nueva manera de organizar una ceremonia de apertura que habÃa hecho escuela (El PaÃs, 2008).  Sin duda, Barcelona’92 cambió la cultura estética olÃmpica y animó al resto de paÃses-sede a innovar en todos los aspectos.
Exposición de carteles en el Salón del Tinell de Barcelona, con motivo del primer dÃa olÃmpico, 23 de junio de 1983. |
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Un seminario dedicado al papel del diseño en Barcelona’92
Con motivo de este aniversario, se celebraron en diciembre de 2012 unas jornadas con la intención de dejar patente este papel tan relevante del diseño para las olimpiadas de nuestro paÃs. La idea de este seminario, titulado «Barcelona’92: una olimpiada del diseño», ha surgido de la necesidad de una reflexión crÃtica que aparece tras la distancia temporal de estos últimos veinte años.
La iniciativa del proyecto se la debemos a la revista Monográfica.org, que uniéndose a la voluntad común de la Fundación Historia del Diseño propusieron la colaboración al Disseny HUB que ha cedido las instalaciones, y a la Design History Society que ha concedido una beca a la Fundación para esta tarea de notable investigación. Dicho seminario se ha realizado a través de cuatro mesas redondas y ha contado con la colaboración desinteresada de los propios protagonistas de la historia.
Cartel con el emblema olÃmpico de Josep Maria Trias y el eslógan «Amigos para siempre» en francés. |
Asà pues, la primera mesa redonda fue moderada por la historiadora del diseño y co-directora de esta revista Raquel Pelta y estuvo dedicada al programa gráfico de los Juegos OlÃmpicos debido a la gran importancia que posee la comunicación a la hora de crear y proyectar internacionalmente una imagen propia y diferenciada. Pudimos asistir a la intervención del diseñador del conocido emblema de los Juegos OlÃmpicos de Barcelona’92, Josep Maria Trias que comentó: «Todo comenzó con un encargo de un cartel a varios diseñadores». De esta manera, el diseñador formuló la frase «Barcelona ha de ser diferente» y con un rotulador dibujó una figura humana que evocase el juego y el deporte. SabÃa que debÃa ser una figura humana mÃnima, escueta, pero dinámica -porque nunca antes se habÃa hecho-. Los colores debÃan ser el azul por el mar y el amarillo por sol. Asà surgió el logo que el jurado, compuesto por representantes de asociaciones de diseño y de las escuelas, escogió como ganador en 1987.Â
Junto a Trias se sentó el valenciano Javier Mariscal, diseñador gráfico y autor de la famosa mascota Cobi, cuyo nombre hacÃa referencia al COOB. Mariscal confesó haberse enamorado de Barcelona desde muy joven porque era una ciudad donde «te sentÃas muy libre». El diseñador, que posee su estudio en una antigua fábrica del Poble Nou, declaró que en un principio no le interesaron los Juegos OlÃmpicos, sin embargo reconoció que gracias a ellos Barcelona pudo cambiar: «La sociedad civil y la polÃtica supieron juntarse. Los Juegos OlÃmpicos estuvieron muy bien planteados. Fue una inversión para toda la vida».
El diseño de la mascota también se presentó a través de un concurso. El briefing inicial fue muy abierto: «PodÃamos hacer lo que querÃamos. Un objeto que enrollase». Hasta que alguien le comentó que debÃa ser el gos d’atura català  (perro pastor catalán) puesto que los juegos se celebraban en Barcelona. Finalmente, Mariscal desplegó un boceto: «La mascota ha de ser algo divertido, que agarre por el punto sentimental, pero que también se deba ver y reconocer en un golpe de vista. Ha de ser una figura que pueda ser representada en pequeña y mala imprenta, en grande, en volumen y en miles de materiales».
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Adaptación de Cobi a la práctica de los distintos deportes olÃmpicos. |  |
La última invitada a esta primera mesa redonda fue Pilar Villuendas, artista, diseñadora gráfica y autora de la colección oficial de carteles de las instalaciones olÃmpicas de Barcelona’92. En 1980 Villuendas creó junto a Josep Ramón Gómez Villuendas + Gómez disseny, un estudio ubicado en Barcelona y especializado en diseño gráfico y comunicación visual, especialmente en el terreno sociocultural. Villuendas comentó que: «aprovechando el acontecimiento de los Juegos OlÃmpicos en Barcelona iniciamos nuestra colaboración con el comité», con una gran acogida que culminó con la concesión de un trofeo LAUS’92.
Pilar Villuendas y José Ramón Gómez, dos de los carteles de la colección oficial de siete, referidos a la inauguración de las instalaciones olÃmpicas de Barcelona'92. |
La segunda mesa redonda de este seminario fue presentada por Anna Calvera, historiadora e investigadora del diseño en la Universidad de Barcelona, y estuvo dedicada a aquellas personas anónimas que intervinieron de alguna manera en la organización de aquel gran evento de los Juegos OlÃmpicos en Barcelona. Bajo el tÃtulo «La gestión del diseño de los juegos», la mesa estuvo compuesta por Jaume Masferrer, coordinador del programa olÃmpico de diseño, y Guillem Virgili, diseñador.
Ejemplo de algunos productos del merchandising olÃmpico de Barcelona'92. |
Dentro de este proceso de configuración de una imagen internacional de la ciudad, los gestores del diseño tuvieron una enorme responsabilidad, ya que gracias a ellos se añadió el valor del diseño a la producción, proporcionando una mayor visibilidad a los elementos diseñados. El propio Masferrer afirmó: «Hubo un matrimonio entre el deporte y los diseñadores gracias a Barcelona’92. Se coordinó y dirigió todo lo que podÃa ser diseñado. Más de cien empresas colaboraron. Fue un programa de merchandising muy intenso. A partir del logo, se diseñaron decenas de pictogramas de deportes y de servicios. Se tradujo todo a cuatro idiomas. Pusimos a Cobi a trabajar: fotografiando museos, colaborando como voluntario, practicando todos los deportes. Se diseñaron hasta las medallas, las entradas olÃmpicas, los sellos, etc».
Por su parte, Virgili tenÃa sólo 25 años cuando le ofrecieron trabajar para el comité: «Acepté con la valentÃa de esa edad, pero lo cierto es que fue un proyecto enorme». Para ello, este diseñador se rodeó de distintos técnicos del deporte, ya que tuvo que ocuparse de tres temas: el llamado Projecte Finestra -la identificación de elementos deportivos como pueden ser los saltos de hÃpica o las sillas de los jueces de tenis-, el merchandising –la aplicación del logo en diferentes elementos- y la decoración del espacio de competición –como las pistas de goma o el ajardinamiento-.  Entre otras cosas, Virgili tuvo la ocasión de diseñar soportes para pelotas e incluso un coche teledirigido para devolver las jabalinas. Otras piezas menores se crearon con la colaboración de alumnos de las cuatro principales escuelas de Barcelona: Elisava, Eina, Massana y la Llotja. Virgili concluyó que fue un proyecto «tan ilusionante que todos querÃamos lo mismo. Y esta complicidad permitió una unidad de estilo en el diseño, a pesar de la cantidad de gente involucrada».
Una tercera mesa redonda moderada por Isabel Campi, historiadora del diseño y presidenta de la Fundación Historia del Diseño, estuvo enfocada a resaltar el protagonismo de la ceremonia inaugural y de los objetos que en ella participaron. Para entender el misticismo que rodea a la ceremonia de los Juegos OlÃmpicos, no hay que dejar de leer el artÃculo de Campi para esta misma revista: «Objetos al servicio del fuego sagrado». A esta mesa, estuvieron invitados a participar el diseñador de la antorcha olÃmpica, AndréRicard, el diseñador del pebetero, Ramon Bigas, y el diseñador del encendido del pebetero durante la ceremonia, Carles Riart.
El conocido diseñador André Ricard nos explicó durante su ponencia el proceso para crear la antorcha de Barcelona’92, enseñando al mismo tiempo diversos bocetos, fotografÃas y planos. Para diseñar este importante objeto olÃmpico, Ricard tuvo que estudiar a fondo la ceremonia y las raÃces de su tradición: «Fue un privilegio para mÃ. Me dieron el briefing del proyecto el 1 de marzo de 1989 y entregué la maqueta a escala real el 25 de febrero de 1991». Para Ricard, la antorcha es la expresión simbólica del espÃritu olÃmpico. Es la custodia de algo sagrado como cuando Prometeo entregó a los hombres el fuego del conocimiento. En definitiva, la antorcha es el mensajero de los juegos olÃmpicos.
André Ricard, planos de la antorcha olÃmpica. (Imagen: Temes de Disseny no. 07). |
Ricard se informó de los pasos que seguirÃa la antorcha en su recorrido –desde la creación de la llama en Olimpia, la fragata hacia España, el itinerario por todo el paÃs, la llegada al estadio y el reposo en el Museu OlÃmpic- y solucionó los diversos problemas durante el proceso de su diseño: la elección del combustible, los inconvenientes del humo, la visibilidad de la llama, el impedimento de que ésta se apague, el tiempo de encendido, el peso de llevar el objeto con el brazo en alza, etc. El resultado fue una antorcha de aluminio que funcionaba con gas natural, con un peso de un kilo y doscientos gramos, con mango de cuero, con diferentes tipos de salida de llama, con interruptor para apagar y encender en el momento del relevo, y en definitiva, con una belleza clásica pero innovadora.
Pertenece ya a la memoria colectiva aquel emotivo momento del encendido del gran pebetero en el Estadi OlÃmpic de Montjüic en Barcelona’92. Cuando le encargaron a Ramon Bigas su creación pensó que: «el estadio era como un barco al futuro y que el pebetero era el timón». Finalmente, el pebetero diseñado tuvo forma de una enorme palangana de dos por cuatro metros, fabricada en titanio «porque a 400º desprende un azul muy bonito como el Mediterráneo», de dieciocho metros de altura y dieciocho toneladas, para lo cual hubo que reforzar la fachada del estadio. Bigas también contó numerosas anécdotas ocurridas durante aquellos dÃas de intensa agitación como por ejemplo, la prueba para escoger el arquero que lanzarÃa la flecha durante la ceremonia.
Ese instante que nos dejó sin aliento se lo debemos a Carles Riart a quien el comité encargó la puesta en escena del encendido del pebetero: «Encontraba la ceremonia aburrida y se me ocurrió algo diferente, algo que nunca antes se habÃa hecho». Se realizó un ensayo con 30 arqueros, pero se escogió al paralÃmpico Antonio Rebollo por la belleza de la parábola dibujada en el aire. Lo cierto es que la flecha nunca llegó al centro del pebetero, sino que debÃa sortearlo por encima hasta acabar fuera del estadio donde un bombero se encargarÃa de apagarla. Bigas fue consciente de los riesgos y diseñó unos sensores en el interior de la palangana para garantizar el encendido de la llama. Finalmente, el público del estadio participó agitando unas barritas con una luz azulada. Fueron unos minutos que quedarán grabados en la retina de los españoles para siempre.
Antonio Rebollo, puesta en escena del encendido del pebetero, ideado por Carles Riart. (Imagen: Gastrono Sfera). |
Hasta ese momento del seminario sólo habÃan hablado los diseñadores, pero en la cuarta y última mesa redonda titulada «La reinvención de Barcelona vista por los estudiosos» participaron dos historiadores: Oriol Pibernat como moderador, Viviana Narotzky, historiadora del diseño y presidenta de la ADI-FAD (Asociación de Diseño Industrial del FAD) y Guy Julier, director de investigación del Victoria & Albert Museum.
El director de la escuela Eina, Oriol Pibernat comenzó explicando cómo los Juegos OlÃmpicos «fueron especiales para Barcelona, un hito cronológico y simbólico. Hay un evolución de la idea de la ciudad, un antes y un después. Y el diseño se convirtió en una herramienta, un producto cultural que actuó en esta coyuntura». Lo cierto es que existen estudios sobre cómo se gestionó la ciudad, cómo se coordinó espacialmente, cómo fueron percibidas las producciones culturales, cómo lo vivieron los ciudadanos y cómo se vio desde fuera internacionalmente. Por ejemplo Narotzky, que es doctora en Historia del Diseño por el Royal College of Art y autora del libro La Barcelona del diseño (Santa&Cole, 2008), habló del caso Barcelona y del impacto a medio y largo plazo de los Juegos OlÃmpicos.
La exposición de Narotzky durante el seminario dejó patente cómo la regeneración urbana de Barcelona ha supuesto un cambio tanto polÃtico como social, a través de una sucesión de momentos –incluidas las Olimpiadas- que han convertido el caso Barcelona en único y excepcional: desde 1979 con las primeras elecciones y con movimientos sociales de vecinos se comenzaron a hacer micro-intervenciones en el espacio público diseñando barandillas, papeleras, fuentes, etc; a partir de 1986 comenzó el periodo pre-olÃmpico con ayudas de asociaciones públicas y privadas que invirtieron en grandes estructuras como los cinturones alrededor de la ciudad; desde 1992 se abordó una nueva expansión urbana hacia otras áreas de la ciudad; y finalmente, desde el 2004 se está creando el 22@ con la idea de crear con nuevas tecnologÃas y centros de investigación.
Gran aportación fue también la del estudioso del diseño Guy Julier, autor de los libros Nuevo diseño español (Destino, 1991) y La cultura del diseño (GG, 2008). Julier comentó que «el proceso de transformación fÃsica de Barcelona ha sido largo e intensificado con los Juegos OlÃmpicos, pero la ciudad ya era conocida en el Reino Unido antes del año 92». Julier estuvo en España a finales de los años 1980 para realizar su tesis doctoral: «HabÃa mucho interés por el diseño catalán», señaló. Julier demostró con recortes de revistas y fotografÃas urbanas que en aquella década existÃa un llamado «turismo del diseño» en Barcelona, la cual se convirtió en una meca para arquitectos y diseñadores. Al Reino Unido llegaban imágenes de Barcelona como búsqueda de una estética alternativa al thatcherismo: «Barcelona era la joya de la corona de lo que se estaba tratando de hacer en otras ciudades. Se crearon espacios abiertos, muy sociales, como sucede en ciudades mediterráneas. El caso Barcelona abrió la imaginación». Finalmente, Julier concluyó que sà es cierto que hubo una Barcelona del diseño: «No es un estilo concreto, es una manera de actuar».
Las Olimpiadas del 92 se han convertido con el paso de los años en un punto de referencia sobre el uso del diseño durante el proceso de construcción de una marca, en este caso, la marca Barcelona. Gracias a este seminario se nos ofreció una visión general de las múltiples cuestiones que acontecieron hace veinte años: desde el diseño gráfico e industrial, la proyección internacional, el consenso con el Estado, la identidad de una ciudad, la complejidad de la gestión, la transformación urbana, etc. Como bien dijo Raquel Pelta al final de estas jornadas, es un tema abierto del que se podrÃa hacer toda una tesis doctoral: «El impacto de los Juegos OlÃmpicos de Barcelona’92 en el diseño».Â
Para saber más:
«Entrevista digital con Juan Antonio Samaranch», www.elpais.com, 13 de enero de 2008.
Isabel del RÃo (Palma de Mallorca, 1982) es diplomada en Diseño de Producto y licenciada en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona. Ha realizado el Máster Oficial en Estudios Avanzados en Historia del Arte, especializándose en Historia del Diseño. Su labor de investigación gira en torno a la Historia del Diseño Industrial en España. Actualmente colabora con la historiadora Isabel Campi, Presidenta de la Fundación Historia del Diseño y con el Disseny HUB de Barcelona en la documentación de objetos industriales..
 * Todas las citas textuales que aparecen a partir de este punto fueron recogidas por la autora de este artÃculo durante el seminario acontecido los dÃas 11 y 12 de diciembre de 2012 en el Espai 4 del Palau de la Virreina de Barcelona.Â
Editorial #05:
Olimpiadas
Dos conmemoraciones para la reflexión*
Dos commemoracions per a la reflexió