Letras con buen humor
La tipografÃa ha sido considerada como una herramienta meramente funcional pero con la aparición del ordenador han surgido propuestas más lúdicas.
Andreu Balius | Abril de 2012 |
Durante mucho tiempo la tipografÃa ha gozado de un estatus especial dentro del diseño (y creo que todavÃa lo mantiene). A su alrededor se ha extendido una aureola de cierta solemnidad, un «aire» de materia intocable. Y es que el diseño de tipografÃa ha estado tradicionalmente en manos de unos pocos profesionales, normalmente vinculados a la industria de la fundición tipográfica. Además, durante buena parte del siglo XX, la tipografÃa ha sido considerada como una herramienta meramente funcional.
Si entendemos por funcional aquello que sirve a unos determinados fines utilitarios y que provee de un cierto beneficio social, ¿cuando ha dejado de ser funcional, la tipografÃa?
Justamente la tipografÃa se define desde su función como vehÃculo del mensaje. La legibilidad es condición necesaria para que un signo sea considerado un carácter tipográfico y, por tanto, pueda formar parte de un sistema alfabético.
No pondremos en duda, pues, esta cuestión que relaciona tipografÃa con funcionalidad. Pero, su uso, durante los años de apogeo del estilo internacional, se supeditó a razones estrictamente racionales y se dejaron de lado todas aquellas cuestiones que no observaran el suficiente rigor y seriedad, tanto en su uso como en su diseño. Lejos quedaron los experimentos de las vanguardias y aquellos atisbos de latinidad que se intentaron poner en boga con el movimiento TipografÃa Latina, promovido por personajes como Maximilien Vox o Enric Crous-Vidal, y que acabó sucumbiendo ante la generalización del uso de los tipos de palo seco.
En aquellos años, el diseño de tipografÃa no tuvo mucho margen para otro tipo de aproximaciones que no estuvieran supeditadas a la racionalidad y a la funcionalidad.
Letraset: un poco de diversión
Aplicación de la tipografÃa Baby Teeth (1968) de Milton Glaser en una cubierta de disco de los años 1970.  |
Con la aparición de Letraset, y con ello la profusión de los tipos Display para uso comercial, aparecerán tipos que recogerán otras tendencias más vinculadas a los movimientos plásticos de los 1960 y los 1970 que empezarán a ser una alternativa a los tipos grotescos que se pusieron de moda a finales de los años 1950. Con tipos como Baby teeth (1968) de Milton Glaser, Bottleneck (1972) de Tony Wenman o Countdown (1965) de Colin Brignall, el universo del Pop entró en el repertorio de tipos disponibles para su uso comercial. Por primera vez el divertimento, con propuestas menos funcionales y más pensadas para aplicaciones a gran tamaño, ingresó en los repertorios tipográficos.
Con Letraset se recuperarán tipos como Mistral o Calypso, de Roger Excoffon. O aquellos tipos inspirados en el ArtDecó (Premier Lightline, Pinball, Desdemona, AvantGarde ...) que conectaban con los años 1960 y 1970. ¿Quien no se ha sorprendido al saber que tipos como Hobo fueron diseñados, nada más y nada menos, que por Morris Fuller Benton?
Por suerte, la postmodernidad ha considerado el diseño desde una actitud más distendida (o descreÃda) y menos arrogante que la tomada por buena parte del movimiento moderno. AsÃ, el humor se ha considerado como un elemento evocador y provocador de propuestas; como un punto de partida, en muchos casos.
Tipos digitales con gracia
Con la llegada del ordenador a mediados de los 1980 se democratizaron los procesos de producción y distribución. Una nueva generación de diseñadores empezó a explorar las posibilidades que el medio digital ofrecÃa. Diseñar tipografÃa ya no supuso un gran esfuerzo económico, más allá del tiempo dedicado a ello por parte de los diseñadores. La facilidad en el uso de las herramientas de diseño y producción de fuentes (desde FontStudio a Fontographer) permitió que toda una serie de tipos con buenas dosis de humor salieran al mercado, buscando la complicidad de aquellos que sintonizaran con ellos.
De entre todas las propuestas aparecidas en aquella década de los 1990, cabe resaltar tipos como Jesus loves you (1995) y Porno (1996) de Lucas De Groot, o la sarcástica Manson (1992) de Jonathan Barnbrook.
Lucas de Groot, Jesus loves you, 1995. | Â Â Â Lucas de Groot, Porno, 1996. |
A mediados de los 1990 en Barcelona, Typerware publicó en el catálogo de Garcia fonts & co. su tipo FontSoup (1994) con diversas variantes (boiled, extraboiled y vomited) o su tipo Juan Castillo script (1995), como la escritura de un jubilado de Albacete. Type-ø-Tones dio a conocer tipos como Memima, basada en la caligrafÃa escolar. En los PaÃses Bajos, Letterror hacia uso de la tecnologÃa para aplicar con ella su buen humor con tipos como Beowolf (1989) o Kosmik (1993), asà como la recuperación de modelos de rotulación: FF Dynamoe (1992), FF Confidential (1992) y otras fuentes incluidas en la colección Instant Types del catálogo de FontShop.
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Typerware, Fontsoup, 1994. |
Judith Sutcliffe, desde su fundición Electric typographer diseñó la Tommy’sType (1993) y Catastrophe (1993), tipos a medio camino entre lo kitsch y lo naif.
Judith Sutcliffe, Catastrophe, 1993. |   Tommy's Type, 1993. |
House Industries, en su primera época distribuyó varias colecciones de tipos que se acompañaban de toda una serie de gadgets y parafernalia para coleccionistas.
Alessio Leonardi a comienzos de este milenio ofrecÃa propuestas hilarantes desde Buymyfonts (2002), una fundición que, a su vez, parodia la comercialización de fuentes tipográficas. Todas estas propuestas (y más que me dejo), impensables hace más de veinte años, han aportado algo de aire fresco al diseño de tipografÃa, ampliando el campo de acción con nuevos tipos, seguramente menos «utilitarios» pero no por ello menos interesantes.
El humor es un tema recurrente y lo continuará siendo, mientras haya una visión positiva del futuro. Pues, en un mundo tan surrealista como el que nos ha tocado vivir, ...¡Que no nos falte nunca una sonrisa!
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