
El diseño del humor gráfico
El terreno de lo cómico está poco estudiado. Muy pocos reflexionan y se preguntan sobre su función.
Manuel Ãlvarez Junco | Abril de 2012* |
El humor es una especie de perdido planeta que, sin embargo, todos visitamos a diario. Paseamos por él y disfrutamos durante unos momentos que nos saben a poco; pero, al momento, sonreÃmos cómplices y volvemos, sin más, a lo nuestro. Rara vez dirige sus dardos contra nosotros pero, en ese caso, tendemos a tolerarlo. Normalmente lo buscamos y aplaudimos encantados. No sé qué harÃamos si nos faltase; lo necesitamos.
 Este terreno de lo cómico, tan hollado diariamente por nuestros pasos, está curiosamente poco estudiado. Apenas se reflexiona sobre él; muy pocos se preguntan sobre su función. Como si se obviase su existencia, como si se menospreciase su utilidad, como si se situase en un extraño limbo.
Quizás se piense que algo opuesto a lo serio –porque si algo hay evidente en el humor es que es la contrapartida de lo serio– no puede ser analizado con seriedad. Es decir, que lo cómico se asocia con algo frÃvolo, irracional, banal, ligero, fantasioso, trivial, sin sentido, superficial y menor. Quizás se podrÃan añadir algunos adjetivos aún más displicentes: absurdo, ridÃculo, endeble, vano, mezquino, pueril, ruin, innoble.
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FrÃvolo y ridÃculo pero imprescindible
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FrÃvolo y ridÃculo lo es, sin duda, pero nadie puede negar la importancia de su presencia en nuestras vidas. Se presenta como fantasioso y absurdo, pero toca con el dedo nuestra realidad, plantea insospechadas razones y nos proporciona puntos de vista diferentes; frecuentemente nos regala un discurso inteligente y novedoso. Parece indirecto y abstracto, pero la concreción de su acción es absoluta y su lenguaje es, más que preciso, cortante. Le acusan de inoportuno y descarado, pero lo habitual es que se mueva en la rabiosa actualidad y que avise educadamente de sus intenciones. Lo creemos impulsivo y espontáneo, pero el cálculo y la preparación guÃan sus realizaciones, sus medios y sus soportes comunicativos. En definitiva, que todas esas descalificaciones previas no evitan que el humor sea imprescindible. Es una contradicción, como mÃnimo, sorprendente.
Sigamos explorándola. El humor se sirve de todas estas maneras ingenuamente extravagantes como presentación, como apariencia, como superficie, para intentar algo tan serio como es una revisión crÃtica a nuestro sistema de pensamiento. Y al aplicar la palabra serio al humor hay que recordar que antes dijimos que era su opuesto. Quiere esto decir que el humor se sirve de lo grotesco y lateral con el fin de distanciar la realidad, de romper nuestras barreras. Es decir, es imprescindible para nuestra vida porque nos permite abordar temáticas inaccesibles de otro modo, como procedimiento donde lo lúdico destapa lo serio y lo secundario aborda lo central. Lo divertido (di-versión, des-viación) es un eficacÃsimo recurso del que nos valemos para asimilar las realidades cotidianas, la vida. Por este sistema aparentemente inocuo criticamos, satirizamos, reflexionamos y moralizamos: establecemos una fantasÃa perfectamente aplicable a la realidad.
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La transgresión humorÃstica del Quijote consiste en transponer a un paisaje cotidiano y real las acciones propias de la fantasÃa. Un tema perfecto para Daumier, que aquà nos ofrece un Sancho concentrado en una acción de lo más cotidiana mientras Alonso Quijano espera dignamente con la vista perdida en su mundo espiritual. Honoré Daumier, cariñoso y cercano maestro de la gráfica. |
El humor gráfico adolece de estudios especÃficos sobre él. Llevamos ya siglos de realizaciones con imágenes cómicas y al echar una ojeada a la historia aparecen poderosos nombres de los últimos doscientos años, como Daumier, Doré, Herreros, Steinberg, Mingote, Oski, Larson o Groening. Se pueden imaginar precedentes anteriores, como William Hogarth o Lucas Cranach. Y algunos todavÃa mas antiguos, hasta remontarnos a lejanÃsimas épocas y civilizaciones que realizaron grafismos divertidos. Este pasado glorioso deberÃa proporcionarle un aura de respetable y asentada institución, pero no es asÃ. Dentro del ámbito profesional y académico este tema se ve como perteneciente a un mundo demasiado personal, expresivo, subjetivo y, al observar sus formas brutales, distorsionadas o infantiles, inmediatamente relegado a un escalón donde el diseño o el arte, que quizás amablemente le podrÃan acoger, se encuentran igualmente incómodos.
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Humor y diseño
Si el arte no parece considerarlo sino desde el punto de vista estético –¿cómo despreciar a un Daumier o un Steinberg?– el mundo diseñador, consolidado hoy con un status de seria materia de investigación, exige un racionalismo y rigor ante los cuales el humor chirrÃa. En la cultura del proyecto existe un estrecho y rÃgido filtro de entrada para los aspectos más individuales, particulares y no digamos jocosos, por visualmente elaborados que sean. Aun asÃ, cuestionada su incorporación como posible género diseñador, hay algo meridianamente claro e incontestable en el humor gráfico como es su absoluta y total pertenencia a lo que se denomina comunicación visual, lo cual tiene, qué duda cabe, mucho que ver con el diseño. Quiere decirse que la inclusión de este tema en un ámbito como éste no requiere mayor pasaporte.
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El chiste gráfico de hoy, como esta divertida obra, tiene una interacción texto-imagen perfectamente fluida. Con el surgimiento del cómic habÃa quedado establecida la relación leer-ver. Gary Larson, The Far Side Gallery. |
La comunicación visual es, sin la más leve duda, el centro del humor gráfico. Sin embargo, la ordenación de los elementos configuradores del mensaje que deben transportar cada pieza cómica es especialmente peculiar y muy diferente a lo habitual en diseño gráfico porque incluye por definición una incorrección conceptual con la finalidad de divertir. Cualquiera puede adivinar que esta condición establece una gran dificultad, ya que su discurso contiene, en su propia matriz, una transgresión. Estos cometidos visuales sólo son accesibles a un reservado grupo de creadores con fuertes dotes expresivas y fluidos conocimientos sobre la confección de una imagen. La conformación de cualquier mensaje resulta complicada por la precisión necesaria para evitar las previsibles interferencias entre emisor y receptor. Al añadir un contenido premeditadamente indebido, los objetivos a alcanzar se sobrecargan, pues deben avisar visualmente de la anormalidad para que la transgresión sea aceptada por el otro. Y, puesto que el humor tiene la finalidad de una comunión lúdica con el espectador, se hacen imprescindibles una estudiada planificación conceptual y el dominio de la simbologÃa visual.
Siendo imperativa la obtención de eficacia, su diseño exige una responsabilidad total y completa, un contrastado compromiso con el éxito. Significa esto que si el humor no alcanza su finalidad, que es la diversión, simplemente pierde su sentido y deja de existir. La complicidad del receptor, su connivencia con el emisor, con quien comparte el absurdo y la irrealidad de la propuesta, es algo digno de estudio desde el punto de vista del diseño. El objetivo del humor es, en definitiva, la convergencia entre la inteligencia del humorista y la del espectador. Estamos ante la comunicación visual en su estado más puro, riguroso y radical.
 La perspectiva diseñadora
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Para permitir a la mente acceder a sus sentimientos más profundos, el humorista debe abordar una delicada misión de demolición de nuestras barreras psÃquicas. El receptor disfrutará, de esta manera, de una liberación que descubre sus pensamientos Ãntimos, su mundo emocional. El objetivo del realizador es, por tanto, transmitir esas emociones. Para ello tiene que mantenerse al margen de ellas, como observó el gran filósofo ilustrado Diderot: no debe sentir, sino saber comunicar esos sentimientos.
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Cuando dos significados confluyen en un mismo mensaje estaremos ante una «bisituación». Una señal de dirección formalmente ubicada representa simbólicamente el imperio de la autoridad mientras las huellas se relacionan con algo espontáneo e inmotivado. La coincidencia de este doble significado no será absurdo sino crÃtico e invitará a reflexionar. Conclusión: lo incorrecto no es en absoluto destructor, sino una nueva propuesta positiva. Junco, de «Ni Hablar». |
La perspectiva diseñadora por su parte proporciona a lo cómico un nuevo y diferente ángulo como es la observación de sus conformaciones destinadas a una impecable precisión del mecanismo comunicador. Aspectos medulares del ámbito del diseño serán los objetivos previos que van a definir el horizonte, las formas y conceptos predestinados a una misión concreta o los condicionantes simbólicos propios de los mass-media, ya que todo tiene una finalidad especialmente extraña dentro de un proyecto diseñador al uso: la correcta elaboración de lo incorrecto.
El estudio del humor gráfico proporciona al diseño la oportunidad de ser visto desde una óptica novedosa más refrescante de lo habitual. El entorno se observa como cultura o sociedad y no como «empresa» o «mercado»; el usuario o espectador nunca es el «consumidor»; y se evita denominar «producto» a una realización humorÃstica. No es mala idea, por otro lado, distanciar la tendencia que existe en este ambiente a girar en torno a una especie de «núcleo duro» industrial donde se consideran menores otros diseños, como el gráfico.
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La revista Adbusters de Vancouver (Canadá) se dedica al activismo social con un gran sentido del humor y una moderna y fresca imagen. Entre sus irónicas propuestas incluye en su web toda una serie de posibles descargas «Anti-logo». Arriba, una imagen donde confluyen el diseño y el humor, la crÃtica y la comunicación visual. |
El humor está presente en el diseño, como demuestra la constante compañÃa del ludismo, la provocación y los juegos con las formas tipográficas y las imágenes que impregnan este mundo en las últimas décadas. Los movimientos antidiseño, radicales, posmodernistas, deconstructores, incluyen piezas con aspectos burlescos y paródicos, siempre con la sana intención de utilizarlos como refrescante arma arrojadiza formal y conceptual, como afirmación contra lo institucional. Algunas revistas de diseño realizan cuestionamientos sarcásticos e incorporan grafismos cargados de ironÃa. Pero aquà más que al humor que tiene el diseño nos referimos al diseño que tiene el humor gráfico.
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Bernat Lliteras. El uso de tópicos ayuda enormemente al señalamiento de la situación. El espectador queda orientado al reconocer el entorno y los personajes. Cuanto mejor definido esté el contexto, la trasgresión será más evidente. |
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Humor gráfico
El carácter particular y expresivo que posee el humor gráfico lleva, por otro lado, al sentido artÃstico caracterÃstico de muchas de sus realizaciones. Si citamos la palabra arte es evidente que nos adentramos en temas mayores, altos lugares de concreción cultural, estéticas y conceptos relevantes, referencias históricas que marcan y definen civilizaciones, etc. El humor, de nuevo, ofrece su apariencia de algo rasante, familiar y cotidiano; atrevido, sÃ, pero nunca para una refinada consideración, para un trato especialmente elevado. Aun asÃ, lo indudable es que el arte actual realiza constantemente una función de provocación visual, de complicidad, de popular guiño a la sociedad, de transgresión y distanciación, inequÃvocamente humorÃstica, desde, al menos, los DadaÃstas y, por supuesto, Surrealistas o Conceptuales. De nuevo, aquà señalamos más que la presencia humorÃstica en el mundo creador, las creaciones que realiza el propio humor gráfico.
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Desde el cómic, es posible la eliminación de las viñetas y el ofrecimiento de la acción interna en una sola imagen. Las nubes establecen unas pautas formales que proponen un origen de la secuencia (la izquierda, arriba) y marcan la dirección del presente (la derecha, abajo). Junco, de «Ni Hablar». |
Al margen de influir en el diseño o en el arte, la comicidad tiene su propio espacio gráfico, un amplio territorio, con una gran oferta, desde las obras que se ofrecen desnudas, sin apoyo del texto, a las arropadas por la palabra; y desde las aisladas a las secuenciales –las llamadas tiras o incluso las páginas–. Es muy difÃcil imaginar la variedad tipológica que abarca el humor gráfico. Sin hacer referencia a criterios técnicos ni a procedimientos materiales sino simplemente a las posibilidades estilÃsticas, existen imágenes que van de la brutalidad a la belleza, de lo grosero a lo elegante, de lo desarrollado a lo sintético, de lo realista a lo fantasioso. Y temáticamente aparece un enorme espectro explÃcitamente visual como las posibles combinaciones iconográficas o el propio juego del dibujo, con su oferta de representación o su realidad lineal. Qué decir de la diversidad de posibilidades respecto a la contextualización cultural y temporal, la aproximación al entorno, la actualidad o carácter histórico, con sus ramificaciones correspondientes. Cómo no hacer referencia a sus tonos paródico, caricaturesco, personalizado o a otros más abstractos y genéricos. Otras cuestiones a tratar son sus posibles contenidos e intenciones sociales, polÃticos, infantiles, eróticos, religiosos, profesionales, filosóficos, escatológicos, etc.
Es pues interesante el análisis del diseño de esas trasgresiones necesarias, de los grafismos que relacionan incorrectamente convenciones y tópicos, que señalan errores lógicos de nuestro sistema intelectual. Son cuidadas construcciones que, después cada demolición conceptual, nos ofrecen una sutil afirmación, una seria reflexión después de un planteamiento frÃvolo. Un curioso planeta a descubrir.
Para saber más:
Ãlvarez Junco, M.: El diseño de lo incorrecto, La CrujÃa, Buenos Aires, 2009.Â
Manuel Ãlvarez Junco (Zamora, España, 1948), es Doctor en Bellas Artes por la Universidad Complutense Madrid, diseñador gráfico y director del Dpto. de Diseño hasta ser nombrado Vicerrector de Cultura y Deporte de la UCM. Ha publicado gráfica (España: Triunfo, El PaÃs, Interviú; EEUU: Saturday Review-World, NYC) y teorÃa en revistas españolas (Paperback, I+Diseño) y japonesas (Design Discourse). Su último libro es El Diseño de lo incorrecto (Ed. La CrujÃa, Buenos Aires). Ha realizado exposiciones individuales en España, Italia, México y EEUU.Â
 * El grueso de este texto se puede encontrar en la introducción del libro El diseño de lo incorrecto.
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