
La TipografÃa, 1866–1870
Publicada de modo independiente, fue muy probablemente la primera revista española con contenido exclusivo sobre tipografÃa e imprenta.
Elena Veguillas | Junio de 2012* |
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Primera paging de La TipografÃa, vol 1 núm. 5, mayo 1866. (Imagen cortesÃa de St. Bride Library, Londres). |
Las continuas guerras y crisis económicas del siglo XIX dejaron una España exhausta y sin fuerzas para participar de manera activa en la Revolución Industrial de 1830. Aunque durante las siguientes décadas y bajo el reinado de Isabel II (1833–68) la situación mejoró ligeramente, la falta de progreso nacional afectó inevitablemente a la industria impresora, cada vez más lejos de la edad de oro de la tipografÃa española de años anteriores. Los continuos retrasos, por ejemplo en la sustitución de la prensa de madera por la de hierro, debilitaron el progreso de dicha industria para el resto del siglo. En estas circunstancias el impresor Gregorio Estrada decidió promover el desarrollo y la cultura dentro del gremio de la imprenta publicando la revista La TipografÃa (1866–1870), cuyo objetivo era elevar la calidad de la imprenta española e igualarla al nivel de la europea. La TipografÃa fue muy probablemente la primera revista española con contenido exclusivo sobre tipografÃa e imprenta y de caracter independiente que se publicó durante un periodo estable y lo suficientemente largo. El estudio de La TipografÃa ha mostrado a Estrada como un librepensador, un reformista y progresista dentro del contexto de la segunda mitad del siglo XIX, una época de grandes cambios no solo en la industria impresora sino también en la esfera polÃtica española.
Estrada era consciente de la necesidad de mejorar la calidad y servicios de la industria de la imprenta y nada parecÃa escapar a su atención, desde la calidad del papel, muy descuidada por una industria papelera indolente; la enseñanza de los aprendices, empobrecida por impresores y progenitores cuyo fin era incrementar sus beneficios en detrimento de la calidad; o la mala calidad de las fundiciones españolas. Como consecuencia de las observaciones de Estrada muchos de los textos de La TipografÃa pretendÃan localizar los problemas y facilitar soluciones. El tono didáctico y educativo de la revista suponÃa una oportunidad para los impresores de mejorar sus técnicas de impresión y por tanto eso podrÃa generar un aumento en la calidad final de sus trabajos.
En este esfuerzo por incrementar la calidad del gremio, Estrada buscó en la imprenta extranjera y en particular en las revistas extranjeras un modelo a seguir en la revista La TipografÃa, que destaca por un espÃritu internacionalista poco habitual en publicaciones similares de la época. Era consciente de la dificultad de su empresa y deja entrever cierto pesimismo cuando afirma que frente a otros paÃses occidentales donde las ideas reformistas podrÃan verse convertidas en realidad, en el contexto español «las palabras serÃan en vano». Sin embargo desde el inicio de la publicación de La TipografÃa algunas polÃticas relacionadas con la imprenta se modificaron y la escuela de compositores que con tanto ahÃnco pedÃa se convirtió en realidad, si bien es difÃcil medir la influencia de la publicación en estos cambios.Â
Además, La TipografÃa fue testigo de las innovaciones que a finales del siglo XIX tan profundamente transformaron los procesos de impresión. Al publicar estos cambios La TipografÃa jugó, quizás no de manera consciente, un papel protagonista dentro de la industria impresora española.
Gregorio Estrada, «decano de los impresores»
Es muy probable que Gregorio Estrada editase y publicase una de las revistas sobre tipografÃa e imprenta más notables del siglo XIX español y, sin embargo, su persona y obra han recibido una atención escasa dentro de la historia de la imprenta española, como pone de relieve la escasa documentación referente a Estrada que se ha podido encontrar hasta la fecha.
Gregorio Estrada y Ventura (Madrid 1833–1907) aprendió a componer textos en la Imprenta Nacional y como resultado de sus habilidades recibió una beca para continuar sus estudios en el extranjero, que rehusó por no abandonar Madrid donde estableció su propia imprenta, el Establecimiento Tipográfico G. Estrada, donde pocos años después escribió, editó e imprimió La TipografÃa, de 1866 a 1870. A diferencia de otros autores de manuales tipográficos, que escribieron sus «obras maestras» tras una vida de experiencia y práctica, Estrada comenzó a publicar e imprimir La TipografÃa tan solo cuatro años después de abrir su propio establecimiento, cuando apenas contaba con veintinueve años, en 1866.
Participó de manera activa en las asociaciones generadas bajo el paraguas de libertad que supuso La Gloriosa, como la Asociación de Cajistas, en la que fue nombrado miembro de la Junta Directiva en representación de los impresores.
Se puede asumir, por las menciones que recibió en la prensa contemporánea, que Estrada fue un reconocido impresor y editor en su época. De hecho muchos de los libros que imprimÃa y editaba fueron reseñados en numerosos periódicos y revistas, que siempre señalaban a Estrada como un «conocido editor y tipógrafo» o como «incansable en difundir el conocimiento útil». Es posible que su esfuerzo por publicar libros asequibles para la clase trabajadora, como la Biblioteca Popular, contribuyera a ese reconocimiento.
Estrada murió el 6 de marzo de 1907, a la edad de setenta y tres años. En su obituario, publicado en el periódico republicano El PaÃs, se referÃan a el como «el decano de la imprenta».
La TipografÃa. Aspectos de forma
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La TipografÃa fue la revista impresa, editada y publicada por Gregorio Estrada en Madrid desde 1866 hasta 1870. Su contenido estaba dedicada exclusivamente a imprenta y tipografÃa, tal y como sugerÃa su subtÃtulo: «Órgano de los impresores, litógrafos e industrias auxiliares». De periodicidad mensual, impresa en papel de alto gramaje, «elegante y lujoso», en blanco y negro, presumiblemente en tipografÃa, con pocas ilustraciones y éstas estaban casi de manera exclusiva en las páginas de publicidad. El tamaño era cuarto mayor (30 por 28 cm), un tamaño mayor con respecto a la media habitual en este tipo de revistas, y el número de páginas alternaba entre ocho y dieciséis. Durante sus cuatro años de duración se imprimieron un total de cuarenta y ocho números.
El contenido de la revista no estaba dividida en secciones pero si tenÃa un orden deliberado. Los artÃculos que abrÃan la revista eran textos en profundidad generalmente escritos por colaboradores nacionales, el mismo Estrada, el historiador José MarÃa Escudero de la Peña, el impresor Alejandro Gómez Fuentenebro o José Giráldez. A continuación se publicaban notas breves del sector, generalmente nacional, seguidas por artÃculos de mayor extensión, por ejemplo sobre nuevas legislaciones que afectaban directamente a la imprenta, y de nuevo notas breves pero de carácter internacional. Secciones especiales como «Revista de ParÃs» (desde la Exposición Universal) o «Variedades», generalmente textos traducidos de revistas extranjeras, cerraban el contenido editorial del número. En las últimas páginas, y nunca mezclado con el contenido, se incluÃa la sección de «Anuncios».
La revista se vendÃa en la imprenta de Estrada o por suscripción (trimestral, semestral o anual). El precio por ejemplar, a pesar de estar considerada asequible por los periódicos contemporáneos, era casi cuatro veces mayor que La Imprenta, coetánea a La TipografÃa: el precio por trimestre era similar (10 reales), pero mientras La Imprenta (12 reales) se editaba semanalmente la publicación de Estrada era mensual. La revista no tenÃa ánimo de lucro y a inicios del segundo año de publicación el precio fue reducido considerablemente.
En cuanto a su diseño La TipografÃa estaba estructurada en páginas individuales [práctica habitual en aquella época, en vez del sistema de páginas enfrentadas actual], divididas en dos columnas con el texto organizado como una unidad continua. La densidad del texto era mayor a la que estamos habituados en la actualidad y cambiaba según se reprodujeran artÃculos propios o traducidos, alterando el espaciado entre las lÃneas y disminuyendo el tamaño del texto.
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Ejemplo de doble página de La TipografÃa. (Imagen cortesÃa de St. Bride Library, Londres). |
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Ejemplos de bordes ornamentales de las páginas de La TipografÃa, vol 1 núm. 5, mayo 1866. (Imagen cortesÃa de St. Bride Library, Londres). |
Las páginas estaban adornadas con una suerte de ornamentos, algo poco habitual en publicaciones internacionales de la época, y entre sus contemporáneos ingleses del Printers’ Register se tomó esta composición con cierta reticencia porque resultaba «más bien extraño para las nociones [inglesas] de elegancia tipográfica».
 En cuanto al empleo de la tipografÃa en la publicación, el uso de diferentes familias tipográficas es moderado y para el texto solamente se emplea una fuente con remates. Para evidenciar la jerarquÃa dentro del texto, se utilizaban mayúsculas, diferentes tamaños, versalitas y excepcionalmente negritas. El uso de las tipografÃas en los anuncios es una cuestión totalmente diferente, mezclandose diferentes tipos en la composición de los anuncios, (una con remates, una de palo seco y una egipcia) y en diferentes tamaños y espesores.
Un aspecto que contribuye a señalar la singularidad de La TipografÃa y el talante de Estrada es el origen de las fuentes utilizadas en su impresión. Según algunas reseñas en publicaciones contemporáneas, Estrada adquirió tipos nuevos expresamente para la revista, y a pesar de que la procedencia de las fuentes no fue revelada en la revista, estas pueden ser atribuidas a la conocida fundición tipográfica suiza Haas (Haas'sche Schriftgiesserei). Esta suposición se apoya, primeramente, en la inclusión de una separata en el primer número de La TipografÃa de unas viñetas góticas e iniciales de un tal «señor Haas», tipógrafo de Basel, Suiza; y segundo, porque la publicación inglesa The Printers’ Register observó que los tipos provenÃan de una «afamada» fundición tipográfica suiza.
Aunque se han realizado esfuerzos para verificar la procedencia de las fuentes empleadas en La TipografÃa no ha sido posible obtener una conclusión definitiva. Para ello, se han comparado los caracteres de la publicación con los caracteres mostrados en el espécimen tipográfico del establecimiento de Estrada y con muestrarios de la casa Haas.
Primeramente, se ha excluido la posibilidad de que el diseño del tipo utilizado en el texto hubiera sido encargado especialmente para La TipografÃa. Los caracteres utilizados son demasiado genéricos, mas bien parece una fuente de rasgos modernos que comparte especificaciones con otras muchas de la época. Para evidenciar este carácter genérico se ha comparado con fuentes similares disponibles en la fundición tipográfica inglesa Miller & Richard, en la época una de las fundiciones inglesas con grandes ventas. La comparación entre los caracteres de Estrada, los de Haas y los de Miller & Richard destaca similitudes entre las tres fuentes, haciendo casi imposible asegurar la procedencia de las mismas.
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Las mismas letras han sido reproducidas en alta resolución, la primera columna [a] pertenece al muestrario tipográfico de la casa Haas, 1863, la columna central [b] pertenece a páginas de La TipografÃa, y la tercera columna [c] pertenece a la casa inglesa Miller and Richard. Se pueden apreciar similitudes básicas entre ellas que complican la labor de identificación. (Imagen cortesÃa de St. Bride Library, Londres). |
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Gallarde Anglaise, cuerpo 8, del muestrario de la cassia Haas, 1863; texto de La TipografÃa; y Small Pica no. 17, del catálogo de Miller and Richard Typefounders. La comparación de los tres cuerpos de texto muestra similitudes demasiado genéricas. (Imagen cortesÃa de St. Bride Library, Londres). |
Sin embargo, al comparar el resto de fuentes utilizadas por Estrada en su publicación, sà encontramos suficientes similitudes con el muestrario de Haas, por ejemplo en la familia llamada Latinas, como para suponer una relación entre ambas casas.
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Latinas, cuerpo 24, del muestrario del Establecimiento Tipográfico G. Estrada, 1865; tipos usados en publicidad en La TipografÃa; Lettres Latines, cuerpo 40, del muestrario de la casa Haas, 1863. Se puede apreciar una fuerte similitud entre los caracteres de los dos muestrarios y las utilizadas en la revista de Estrada, que permite suponer un intercambio entre Estrada y Haas. (Imagen cortesÃa St. Bride Library, Londres.)
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Egipcias, cuerpo 24 del muestrario del Establecimiento Tipográfico G. Estrada, 1865; tipos usados en publicidad en La TipografÃa; Grotesque, cuerpo 28, del muestrario de la casa Haas, 1863. La comparación de los tipos de palo seco muestra diferencias entre los tipos usados por Estrada y los de la casa Haas, especialmente patente en las letras «R» y «C». (Imagen cortesÃa de St. Bride Library, Londres).
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De todos modos, el uso de fuentes internacionales ilustra el esfuerzo de Estrada por apostar por la calidad, comenzando por su propia revista. Desgraciadamente para el editor madrileño los tipos no llegaron a tiempo para la fecha prevista del primer número de La TipografÃa (enero 1866) y como resultado el número inaugural tuvo que retrasarse hasta abril. La causa del retraso en la entrega de los tipos se desconoce, pero en el primer número de La TipografÃa se identifica la razón como «más allá de nuestro control». Es, aún asÃ, otra corroboración mas de la actitud meticulosa de Estrada hacia su revista, ya que prefirió retrasar su publicación cuatro meses antes que imprimirla con unos tipos usados o de calidad inferior.
La difusión de La TipografÃa
Una caracterÃstica singular de La TipografÃa es la publicación de tres directorios que incluÃan información vital para poder trazar parte de su historia y de su impacto en el sector: una lista de subscriptores, una lista de correspondencia y una lista de colaboradores.
La lista de colaboradores, descrita en la revista Trübner's como una «peculiaridad de las revistas contemporáneas españolas», se publicó en la primera página de la revista durante su primer año e incluÃa literatos y profesionales del sector. No todos ellos escribieron en la revista, quizás su presencia fuera una muestra de apoyo a la misma. De los colaboradores aproximadamente cuarenta eran periodistas y escritores, y unos sesenta eran profesionales, nacionales e internacionales: correctores, fundidores, impresores, encuadernadores, grabadores, cajistas, etc.
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Lista de colaboradores en la primera paging de La TipografÃa, vol 1 núm. 2, feb. 1866, p. 1. (Imagen cortesÃa de St. Bride Library, Londres). |
La lista de suscriptores supone un rico contexto de los lectores de la publicación. IncluÃa los nombres de los suscriptores y la ciudad de residencia, pero no daba detalles de la duración de la suscripción. En total a lo largo de la existencia de la revista 361 individuos estuvieron suscritos a la misma y entre ellos es posible identificar a algunos renombrados impresores de Madrid y Barcelona.
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Lista de suscriptores, mostrando el nombre completo y la ciudad de destino, La TipografÃa, vol 1 núm. 5, enero 1866.
CortesÃa St. Bride Library, Londres. |
Incluir una lista de suscriptores no era una práctica demasiado habitual en la época y podrÃa ser vista como la acción de un editor inmodesto exagerando la importancia de su revista, pero también se puede entender como un medio de proporcionar una red social para conectar a los lectores.
Estrada publicó otro directorio llamado Correspondencia en el que se listaban los pagos recibidos asà como otras informaciones interesantes: la duración de la suscripción, las iniciales del suscriptor y ciudad de residencia. Esta información es crucial para documentar la evolución de los suscriptores.
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Lista de correspondencia, mostrando iniciales, ciudad de destino y cantidad de ejemplares solicitados, La TipografÃa, vol 1 núm. 2, feb. 1866. CortesÃa St. Bride Library, Londres. |
La TipografÃa alcanzó más de cien suscriptores en sus primeros números. Desafortunadamente, es difÃcil evaluar estas cifras en comparación con publicaciones similares contemporáneas españolas ya que la información disponible en cuanto a cifras de circulación existente es en referencia a periódicos y no a revistas. De todos modos, se puede establecer que el número de suscriptores era considerable si lo comparamos con el número de individuos registrados en la actividad comercial del sector de la imprenta en esos años: en 1863 habÃa un total de 1166 contribuyentes en el sector, repartidos en 462 impresores, 255 libreros, 127 impresores litográficos y 256 encuadernadores. Comparando con el número total de individuos suscritos a la revista (361) a lo largo de su vida activa,  aproximadamente un 25 por ciento del sector pudo haber estado suscrito a la misma; cifra que asciende al 80 por ciento si cruzamos datos solo con los impresores.
Es interesante tener en cuenta que la difusión pudo haber sido mayor, si consideramos la opción de que se compartieran los ejemplares. Por ejemplo, los Gabinetes de Lectura, lugares de reunión donde revistas y periódicos eran leÃdos y discutidos, se extendieron particularmente después de La Gloriosa. Es posible suponer que algo similar ocurriera en las imprentas y que por tanto el alcance real de la revista fuera mayor que el del número de individuos suscritos.
Por desgracia, la revista sufrió un descenso continuo de sus suscriptores y en los últimos números apenas alcanzaba los doce suscriptores. Este descenso pudo deberse a factores de Ãndole externo, como la situación de crisis económica y polÃtica que atravesaba el paÃs, o la misma revolución del 68; y a factores internos, como el ataque constante de Estrada a la Imprenta Nacional, institución que debÃa conocer muy bien y de la que insistÃa en su cierre debido a su declive en calidad y su gran coste en mantenimiento.
La respuesta de Estrada a la caÃda de suscripciones fue aumentar el número de páginas de la revista, aumentar la publicidad, sobre todo la internacional, reducir el precio de las suscripción y por anuncio para tratar de hacer una publicación más asequible. A pesar de sus esfuerzos no pudo evitar la pérdida de suscriptores y finalment el cierre de la publicación.
La TipografÃa. El contenido
La preocupación de Estrada por la calidad de la industria española fue lo que le llevó a publicar La TipografÃa y a convertirla en una plataforma para que los impresores de la época pudieran ampliar sus conocimientos sobre imprenta, asà como expresar sus necesidades y preocupaciones con respecto a la profesión, a la administración, y a las autoridades. Una de las diferencias en su contenido con respecto a otras publicaciones contemporáneas fueron los textos que identificaban problemas especÃficos y proporcionaban soluciones concretas. En total se publicaron cerca de novecientos artÃculos, que para el desarrollo de esta investigación se han dividido en seis grupos: imprenta española, legislación, educación, diseño, innovación y explicaciones prácticas.
Los textos bajo la clasificación «imprenta española» son aquellos que discutÃan los problemas básicos de la imprenta española (educación, fundición de tipos, etc) y proporcionaban soluciones. Uno de los artÃculos de Estrada mas significantes fue «Obstáculos que se oponen al desarrollo de la imprenta española», un texto dividido en ocho capÃtulos que analizaba en profundidad diversas cuestiones, comenzando por la indiferencia de los impresores por la educación de los jóvenes cajistas, muchas veces sin la educación necesaria en gramática o incluso en escritura y lectura. Su preocupación no se detenÃa en la enseñanza de los cajistas de imprenta, donde insistÃa en la necesidad de una escuela de compositores, sino que además Estrada abogaba por una educación primaria obligatoria nacional para asegurar el desarrollo económico del paÃs. Otro de los obstáculos que Estrada analizaba era la falta de sociedades tipográficas en España (a excepción de Cataluña) que representaran a la industria impresora, que cooperasen con las autoridades, que establecieran tarifas, que promocionaran educación y beneficios sociales en el gremio y que regularan la competencia desleal. A falta de suficientes sociedades de esta Ãndole, La TipografÃa actuó en ocasiones como intermediario entre las autoridades y los impresores, convirtiéndose en un bastión en la lucha de las condiciones laborales de los trabajadores.
En su análisis de los obstáculos de la imprenta Estrada también incluyó las fundiciones de tipos e identificó tres circunstancias negativas: la pobre calidad del «estilo artÃstico» de los grabadores españoles que copiaban diseños con «poco gusto»; la calidad inadecuada de las fundiciones, con caracteres que no estaban rectos, mayúsculas y espacios grabados en tamaños incorrectos y diferente altura de los tipos que provocaba que algunas letras se imprimiesen con demasiada fuerza y otras nunca llegaran a tocar el papel; y la baja calidad de las aleaciones de los tipos, generalmente con exceso de plomo que abarataba costes pero hacÃa que los tipos durasen menos y la calidad de impresión fuese menor.
Este repaso por los problemas de la imprenta española concluyó con un análisis de la dificultad de publicar en España, lo que afectaba a autores y editores. La falta de inversión y de apoyo al talento y al pensamiento intelectual suponÃa un obstáculo impracticable para el progreso del paÃs y por extensión de la imprenta.
Los textos enmarcados como «educación» reflexionaban sobre sistemas educativos alternativos para cajistas y tipógrafos, incluida la propuesta de creación de una escuela de tipografÃa y composición. Ya en el primer número de la revista, como una declaración de intenciones, Estrada denunció la escasa educación de los aprendices y sugirió la necesidad de crear unas condiciones básicas a la hora de contratarlos: que fueran capaces de leer y escribir, además de tener nociones de gramática. Expresó además la urgente necesidad de crear una escuela de cajistas e incluso propuso una lÃnea curricular de la hipotética escuela.
Dentro de la categorÃa «diseño» se publicaron dos artÃculos que discutÃan conceptos de diseño y composición y ambos eran textos reproducidos de revistas extranjeras, lo cual muestra que en una revista cuyo objetivo era la imprenta los conceptos de diseño estaban presentes. Era un reflejo del siglo XIX, en el que roles del artista, del impresor y del artesano sufrieron una gran transformación. Mientras a principios de la centuria eran tres profesiones que podÃan ser desarrolladas en el mismo taller e incluso por la misma persona, a mediados y finales de siglo la mecanización de la imprenta supuso la separación de lo artÃstico y lo industrial, por tanto las cuestiones relacionadas con el diseño comenzaron a desaparecer lentamente del taller del impresor para convertirse en una disciplina aparte.
En la sección «textos prácticos» están aquellos artÃculos prácticos que explicaban de manera detallada procesos de impresión, mantenimiento de maquinaria, limpieza de rodillos, preparación de tintas y otros detalles relacionados con los sistemas de impresión, como el artÃculo «De los pedidos de las fundiciones», que proporcionaba información detallada a los impresores para encargar tipos a una fundición. Estrada recomendaba hacer el pedido en unidad en vez de por peso, puesto que asà se mantenÃa el control sobre los caracteres especÃficos que se solicitaban y se evitaban caracteres no deseados. También recomendaba el uso de una lupa para comprobar que los tipos estaban correctamente fundidos y verificar la calidad de la aleación utilizada para fundir los tipos.
Por último los textos bajo el epÃgrafe «inventos y maquinaria» hacen referencia a artÃculos que describÃan nuevos procesos de impresión y nueva maquinaria o mejoras en la ya existente, enfocados en su mayorÃa en procesos para imprimir y componer de manera automática, que redujeran tiempos, esfuerzo humano y por tanto costes. Los temas recurrentes eran los procesos de impresión quÃmicos cada vez mas precisos, como el cianotipo, el fototipo, grafotipo o los grabados heliográficos, y la composición y distribución mecánica, que evitarÃan tremendas horas de trabajo y que fueron la antesala de las exitosas Linotype y Monotype a finales del siglo XIX.
El ocaso de La TipografÃa
A pesar de las reseñas positivas sobre La TipografÃa en otras publicaciones sobre imprenta y tipografÃa, de la extensa lista de colaboradores y de las buenas intenciones de Estrada la revista solo se publicó durante cuatro años.
La razón por la que Estrada canceló la publicación de su revista se desconoce hasta la fecha, pero una de los principales motivos pudo haber sido la drástica pérdida de suscriptores, que desembocó en una seria dificultad económica. También pudieron intervenir razones de Ãndole personal, por ejemplo, Tomás Rey, editor de la revista La Imprenta, mencionó las «extremas fatigas e Ãmprobo trabajo» que tuvo que realizar Estrada para publicar La TipografÃa, y se refirió a la dedicación en tiempo, habilidad y paciencia demostrada por el editor. Quizá su paciencia y su dedicación fueran mermándose durante los cuatro años de publicación, especialmente si a pesar de ello el número de suscriptores continuó cayendo. José Giráldez, autor de uno de los tratados de tipografÃa españoles del siglo XIX y contemporáneo de Estrada, expresó que el proyecto de Estrada de fundar una revista «se estrelló contra nuestra común indiferencia».
Pese a todo, el último número impreso no revela ninguna información que pueda hacer pensar que se acercaba el final; muy al contrario, el artÃculo de Estrada «La cuestión del papel», publicado en el último número, debÃa tener continuidad en publicaciones sucesivas.
De todos modos, los esfuerzos de Estrada no fueron una pérdida de tiempo, algunas polÃticas fueron modificadas durante la publicación de su revista y la escuela de compositores se hizo realidad tras la Revolución de La Gloriosa. Aunque pudo haber contribuido a que se produjeran cambios tangibles en la imprenta española, es difÃcil medir el impacto que tuvo la publicación en el gremio, pero si no obtuvo el éxito esperado por no parece que fuera por su «ineficacia» o su falta de amor al gremio, como predijo: su único deseo fue «el de igualar la calidad de la imprenta española con la extranjera […] y si fallo en mi propósito será por mi ineficacia y no por mi falta de amor al arte de Gutenberg».
Para saber más:Â
Â
Botrel, J.F.: Libros, prensa y lectura en la España del siglo XIX. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993.
Corbeto, A.: Tipos de imprenta en España. Valencia, Campgrà fic, 2011.
Famades Villamur, J.:  Manual de tipografÃa española. Barcelona, 1882.
Giráldez, J.: Tratado de La TipografÃa o Arte de la imprenta. Madrid, 1884.
Infantes, V.: Historia de la edición y de la lectura en España, 1475–1914. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2003.
Jurado, A.: La imprenta y el libro en España. Madrid, C&G Comunicación Gráfica, 2001.
MartÃnez, J. A.: Historia de la edición en España 1836–1936. Madrid, Marcial Pons, 2001.
MartÃnez de Sousa, J.: Pequeña historia del libro. Barcelona, Labor, 1992.
Palacios, J.M.:Â Manual del Cajista. Madrid, 1845.
Elena Veguillas, diseñadora gráfica y periodista, es co-fundadora de Tipo e Editorial, editorial española centrada en la tipografÃa latina. Ha sido coordinadora editorial de la revista Iconographic y coordinadora de producción de la revista Experimenta. Ha recibido el Master en Investigación en TipografÃa y Comunicación Gráfica en el Departamento de TipografÃa y Comunicación Gráfica de la Universidad de Reading, en el que ha centrado sus investigaciones en revistas tipográficas, especialmente de los siglos XIX y XX. Contribuye ocasionalmente con artÃculos en las webs de diseño y tipografÃa Graffica.info y Unostiposduros.com.
* Este texto es una versión reducida de la investigación de fin de master MA (Res) Typography & Graphic Communication de la autora, La TipografÃa, raising the Spanish printing standards in the nineteenth century (1866–1869), 2009-2011, Department of Typography & Graphic Communication, University of Reading.
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