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La gráfica popular en las manifestaciones de protesta

La revolución tecnológica está provocando notables transformaciones en la manera de manifestarse y de convocar a los manifestantes.

 

Nacho Clemente Enero de 2012

 

Desde hace unos años somos testigos de una evolución en la forma del acto de  manifestarse. El poder de los medios de comunicación es cada vez mayor y el esfuerzo por aparecer en ellos invita a los manifestantes buscar la manera más impactante para llamar la atención de estos. El objetivo es salir en prensa

«La gráfica reivindicativa está presente más allá del momento de la manifestación.»
«La manifestación es, en esencia, un acto público y masivo, y una ocasión inmejorable para la producción de gráfica popular.»

y televisión, donde la imagen tiene gran protagonismo, aunque muchas veces se informe tan sólo del acto de protesta, y no se aborde la causa de fondo que la ha provocado. Las manifestaciones se idean para ser fotografiadas y filmadas, para ser difundidas. No es tan importante el número de participantes como las imágenes resultantes que pueden surgir de una buena puesta en escena. Lo importante es crear noticia para que después se genere la polémica, el debate y por qué no, llegar a una posible solución del problema.

 

Manifestaciones contra George Bush, Nueva York, 2004. (Fotos de Nacho Clemente).

 

Las últimas tecnologías llegan a la manifestación

 

Manifestaciones contra la guerra de Irak, Londres, 2005. (Fotos de Manel Clemente)

La revolución tecnológica en la que vivimos inmersos está ejerciendo una enorme influencia en la manera de manifestarse, es decir, en la manera de comunicarse.  Por un lado, los nuevos sistemas de transmisión de la información. Convocar una manifestación ya no implica necesariamente la realización de un cartel o panfleto, ya que por ejemplo, con un mensaje de móvil reenviado una y otra vez ya es suficiente. Internet permite que la comunicación interpersonal sea mucho más dinámica gracias al correo electrónico, y que los mensajes verbales e icónicos (fotografías, ilustraciones,…) fluyan rápidamente. Además esta información es accesible incluso sin salir de casa. Esto ha provocado que haya aparecido una alternativa a la manifestación tradicional: la ciberacción, que utilizan ya importantes organizaciones no gubernamentales como Greenpeace y Amnistía Internacional. Estas «manifestaciones virtuales», más próximas a la clásica carta al director de los periódicos, han convertido un acto esencialmente local, o mejor dicho, localizado, en un acto que puede ser, si se cree necesario, de envergadura global.

 

Manifestación contra la Ley de Extranjería, Barcelona, 2003. (Foto de Manel Clemente).

 

Por otro lado, los actuales sistemas de reproducción permiten que un gran número de personas se conviertan, sin demasiado esfuerzo, en generadoras de mensajes gráficos, usando herramientas como la cámara fotográfica digital, el ordenador personal, el escáner o la impresora de inyección de tinta, que no son sólo de uso profesional, si no también de ámbito doméstico. 

 

Manifestación convocada por la organización SOS Racisme, Barcelona, 2005. (Foto de Manel Clemente).

 

La gráfica en la manifestación y los rastros de la protesta

 

Manifestación convocada por la organización SOS Racisme, Barcelona, 2005. (Foto de Manel Clemente).

La gráfica reivindicativa está presente más allá del momento de la manifestación. Los mensajes gráficos que informan de la convocatoria, plasmados en carteles o sobre pintadas murales, se convierten en rastros casi perennes. También las pancartas utilizadas (o no) durante la protesta se transforman en recuerdos, o recordatorios, que pasan a integrarse en el paisaje urbano. Ambos, con el paso de tiempo van desapareciendo por diversos motivos y los que sobreviven toman un valor altamente simbólico y son testigos de nuestra historia reciente. Un «No a la Guerra» en un balcón cuando supuestamente ésta ya ha finalizado, tiene un significado que trasciende las propias palabras. Nos hace pensar si realmente se ha acabado, si se refiere a una guerra o a las guerras, si es un mensaje de protesta o simplemente se trata de un posicionamiento pacifista.

 

Paralelamente a esa producción ligada al acto de la manifestación encontramos la pintada mural. Si bien la producción de graffiti reciente no pretende en la mayoría de ocasiones transmitir un mensaje concreto, más que el propiamente artístico, o el de  «marcar el territorio», en ocasiones sí que se convierte en una manifestación gráfica de protesta. La técnica del stencil o el uso del rotulador, que permiten una ejecución rápida y una precisión gráfica relativamente alta, facilita que en cualquier soporte, por pequeño que sea, podamos encontrar estos mensaje, que a veces pasan casi inadvertidos entre la multitud de estímulos del entorno.

 

La manifestación es, en esencia, un acto público y masivo, y una ocasión inmejorable para la producción de gráfica popular. La economía de medios, la necesidad de inmediatez y la contundencia del mensaje a transmitir, ha facilitado la generación de interesantes muestras de gráfica vernácula. 

 

 

El mensaje escrito: caligrafía versus tipografía,  mecanización versus artesanía

 

En cuanto al contenido verbal, la brevedad y concisión de los mensaje escritos es notable. Palabras como «NO» o «STOP », y determinados signos ortográficos como el de exclamación o el de interrogación son constantes. En muchas ocasiones se combinan de manera magistral con signos icónicos, como pasa en el cómic o en los jeroglíficos.

 

Manifestaciones contra el ruido. Campaña "Prou Soroll" diseñada por Nacho Clemente, 2006. 

 

Respecto a la formalización de los textos hemos podido ver durante muchos años la contundencia de las letras de plantilla y las formas caligráficas más expresivas realizadas con brocha o pincel. Pero últimamente la era tecnológica ha hecho que esos textos se plasmen con tipografías muy populares (por estar incluidas gratuitamente en los sistemas operativos) pero que quizá no transmiten de la misma manera el sentimiento que hay detrás de la forma caligráfica. La caligrafía ha dejado paso a la tipografía, y por el camino hemos perdido la fuerza y espontaneidad de la primera.

 

El mensaje icónico: la apropiación como sistema de creación

 

Rastros gráficos de las protestas de los vecinos de Gavà

Podemos decir que existe una iconografía propia de la manifestación, que está siempre presente, excepto en las culturas iconoclastas. Los principales iconos recurrentes son el personaje político; el personaje de ficción, de origen literario o cinematográfico; el símbolo religioso, político e ideológico; las marcas comerciales; las banderas y mapas; y los signos pertenecientes a un código casi universal: las señales de tráfico, y las imágenes artísticas de reconocidos creadores como Picasso o Munch. Todos ellos van calando en el subconsciente colectivo y se va creando un código no escrito de carácter global, que no deja de evolucionar, pero que posee numerosos matices locales.

 

Rastros gráficos de las protestas de los vecinos de Gavà

El manifestante tiene un acceso fácil a multitud de imágenes gracias a Internet. Ahora con sólo introducir el concepto deseado en cualquier buscador se dispone al instante de un catálogo de imágenes listas para ser descargadas, lo que facilita la apropiación de la imagen. En una sociedad donde las cosas cada vez van más rápido, el esfuerzo de dibujar puede llegar a ser para muchos innecesario: con «copiar» y «pegar» es suficiente.

 

Paralelamente encontramos el fenómeno una apropiación más creativa: la imagen que es transformada o reinterpretada. Se produce por lo tanto, una continua enriquecedora  metamorfosis de la iconografía popular. A veces se rozan los límites del buen gusto (o de lo ético), cosa que le da al mensaje la fuerza del sentimiento popular.

 

También somos testigos de inmejorables muestra de creatividad. Muchas veces se utilizan estrategias similares a las de la publicidad y el humor gráfico, donde la ironía, la sátira y los guiños de carácter sexual abundan.

 

Manifestaciones contra el ruido. Campaña "Prou Soroll" diseñada por Nacho Clemente, 2006. 

 

…¿Y qué pasa con la gráfica profesional?

 

Paralelamente a la producción popular existe una producción de mensajes desde el compromiso social del ámbito profesional. Los profesionales aprovechan también la iconografía popular y universal para conseguir que el mensaje llegue de la manera más directa posible, priorizando muchas veces la función comunicativa por encima de cuestiones más creativas o estéticas. Es cuando surgen muchas preguntas: ¿Una imagen de protesta ha de ser estéticamente atractiva? ¿Su “fealdad†nos puede ayudar a transmitir mejor el mensaje? ¿Hasta qué cierto punto es lícita la apropiación de cierta iconografía? ¿La originalidad es un valor importante? 

 

 

 

Nacho Clemente (Barcelona, 1972) vive entre Barcelona y Madrid. Licenciado en Bellas Artes en la especialidad de Diseño en la Universidad de Barcelona, donde ha sido profesor durante más de una década en el Departamento de Diseño e Imagen, ha trabajado como diseñador e ilustrador en proyectos principalmente de difusión cultural y comunicación social. En los últimos años compagina esta actividad con la docencia en la Escuela de Arte y Superior de Diseño Serra i Abella de L’Hospitalet de LLobregat (Barcelona) en la que es actualmente jefe de estudios. Su labor de investigación gira en torno al estudio de la gráfica reivindicativa, eje central de sus artículos, así como de su tesis doctoral. Ha colaborado en diversas escuelas y ha sido conferenciante en entidades dedicadas a la difusión de la cultura y el diseño dentro y fuera de Cataluña.



Tags: Activismo, Diseño Gráfico, Gráfica Activista, Nacho Clemente
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