Creatividad contra conformismo por Victor Papanek
En el capÃtulo séptimo de su libro Diseñar para el mundo real, Papanek reflexionó sobre el diseñador, la resolución de problemas y la creatividad.
Selección del texto: Raquel Pelta |  | Enero de 2014 |
 Â
Siempre que se escribe sobre diseño y activismo, está presente la siguiente cita:
«Hay profesiones que son más dañinas que el diseño industrial, pero muy pocas. Y posiblemente sólo haya una profesión que sea más insincera. El diseño publicitario, dedicado a convencer a la gente para que compre cosas que no necesita con dinero que no tiene para impresionar a personas a quienes no les importa, es quizá la especialidad más falsa que existe hoy dÃa. El diseño industrial, al confeccionar las cursis estupideces pregonadas por los publicistas, logra un merecido segundo puesto. Por primera vez en la historia han aparecido hombres mayores quienes, muy serios, se han puesto a diseñar cepillos de dientes eléctricos, ficheros recubiertos de piedra del Rin, alfombrado de armiño para cuartos de baño, y a continuación se ha dedicado a tramar complicadas estrategias para fabricar y vender estos artilugios a millones de personas. Antes, en “aquellos tiemposâ€, si a una persona le daba por matar a la gente, tenÃa que llegar a ser general, comprarse una mina de carbón, o bien estudiar fÃsica nuclear. Hoy el diseño industrial ha permitido la producción en cadena del asesinato. Al diseñar automóviles criminalmente inseguros que todos los años matan o mutilan cerca de un millón de personas en todo el mundo, al crear especies totalmente nuevas de basura indestructible que llena desordenadamente el paisaje, al seleccionar materiales y procedimientos de fabricación que contaminan el aire que respiramos, los diseñadores han pasado a convertirse en una especie peligrosa. Y a los jóvenes se les enseña cuidadosamente la competencia requerida en estas actividades.»
Son palabras que Victor Papanek escribió en el Prefacio de su obra más conocida: el libro Design for the Real World: Human Ecology and Social Change, cuya primera edición vio la luz en 1971. Pero si estas son quizá las frases más conocidas, Diseñar para el mundo real –su tÃtulo en español– contiene otras muchas interesantes reflexiones que lo convierten en un volumen imprescindible. Reproducimos aquà el capÃtulo 7, que forma parte de la nueva reedición en castellano que tienen previsto llevar a cabo Monográfica y Pol.len Edicions.Â
Cubierta y contra cubierta de la edición de 1973. Imágenes: Book Worship. |  |
Â
Rebelde con causa. Creatividad contra Conformismo
«Cuando haces una cosa, una cosa que es nueva, crearla resulta tan complicado que forzosamente resultará fea. Pero quienes te la imitan no tienen que preocuparse por crearla. Y la pueden hacer bonita, y asà puede gustar a todos, cuando los otros la han hecho imitándote.» Picasso (citado por Gertrude Stein)
La función primordial del diseñador consiste en solucionar problemas. Lo cual significa, en mi opinión, que el diseñador tiene que darse cuenta mejor que otros de cuales son los problemas que existen. Con frecuencia el diseñador «descubre» un problema cuya existencia nadie habÃa sospechado antes, lo delimita, y seguidamente intenta resolverlo. Interpretemos lo dicho como una definición del proceso creativo. Sin duda alguna el número de problemas que hay, y la complejidad de los mismos, ha aumentado hasta tal punto que se necesitan nuevas y mejores soluciones.
Llegados a este punto quisiera hacer tres cosas: tratar de describir la necesidad de resolver los problemas, definir ese aspecto del comportamiento de resolver problemas que ha dado en llamarse «creativo», y tratar de sugerir algunos métodos que permitan la resolución de los problemas.
Como diseñador y profesor estoy obligado a hacerme la siguiente pregunta: «¿Cómo haremos para que el diseño sea mejor?» El consenso general parece indicar (en escuelas y oficinas de este paÃs extranjero) que la respuesta no es enseñar más diseño. Más bien se trata de que diseñadores y estudiantes se familiaricen con muchas otras especialidades y, conociéndolas, volver a definir la importancia del diseñador para nuestra sociedad. Los avances de las ciencias sociales, la biologÃa, la antropologÃa, la polÃtica, la ingenierÃa, la tecnologÃa, las ciencias del comportamiento, y muchas otras, deben imbuirse en el proceso de diseño. A lo largo de este libro se han sugerido al detalle algunas maneras de realizar esto. Pero la pericia más importante que el diseñador puede aportar a su trabajo es la capacidad de reconocer, aislar, definir, y resolver los problemas.
La palabra que define esta actividad, «creatividad» se convirtió en un tópico de moda hace poco más de diez años. ¡De hecho, en una universidad de California se imparte un curso denominado «Creatividad Terapéutica 201»!
¿Cómo y porqué, siendo «creativa», se convirtió en un tópico? La capacidad de resolver problemas ha sido un rasgo inherente y deseable desde el principio de la historia de la humanidad. La producción en masa, la publicidad en masa, la manipulación de los medios de comunicación, y la automatización, son cuatro rasgos contemporáneos que han acentuado el conformismo y convertido la creatividad en un ideal más difÃcil de alcanzar. En los años veinte Henry Ford, deseoso de reducir el precio de sus automóviles mediante métodos de producción en cadena, pasa por haber dicho: «(El consumidor) puede escoger el color que quiera, con tal que sea el negro». Lo cual significa que, al restringir la opción de colores, el precio del coche se reducirÃa en unos 5 dólares; ya a la inversa: hay que convencer al consumidor de que el color negro es el más apetecible.
El espÃritu conformista ha crecido a un ritmo asombroso. Las demandas al individuo para que se adapte vienen de todas partes: no solo los gobiernos nacionales, estatales o locales insisten en ciertas modas de comportamientos standard, las presiones parten también de los vecinos de las viviendas suburbanas; en la escuela, el trabajo, la iglesia y el juego se observan también tendencias conformista. ¿Qué ocurre si no podemos obrar en un ambiente tan agresivamente conformista? Ocurre que «reventamos», y entonces se nos lleva al psiquiatra más próximo. Puede que lo primero que este especialista del pensamiento y las motivaciones humanas quiera decirnos sea (aunque tal vez con menos palabras): «Muy bien, vamos a tener que adaptarle». ¿Y qué es adaptación sino un sinónimo de conformismo. Después de todo el conformismo es un valioso rasgo humano, pues ayuda a que la estructura de la sociedad no se disgregue. Pero al confundir conformidad de acción con conformidad de pensamiento hemos cometido nuestra más grave equivocación.
Unos tests psicológicos muy dilatados han demostrado que la misteriosa cualidad llamada «imaginación creativa» parece manifestarse en todo el mundo, pero ha llegado a reducirse considerablemente para cuando el individuo alcanza la edad de seis años.El ambiente escolar («¡Eso no se hace!», «¿Y dices que eso es un dibujo de tu madre? Oye, tu madre no tiene más de dos piernas», «¿Las niñas buenas no hacen eso!») confecciona una pantalla en la mente del niño que más tarde inhibe su capacidad de tener ideas libremente. Desde luego, algunas de estas prohibiciones tienen su valor social: los moralistas nos dicen que gracias a ellas los niños adquieren conciencia; los psicólogos prefieren denominarlo «la formación del superego»; los dirigentes religiosos lo llaman «sentido del bien y del mal», o «alma».
Y sin embargo nuestra sociedad es capaz de ir asombrosamente lejos en su intento de fomentar el conformismo y protegerse de quienes la principal corriente cultural es dada en llamar «desviacionistas». En 1970 el Dr. Arnold Hutschnecker envió un memorándum al presidente Nixon en el que recomendaba que se suministrara amplias dosis de tranquilizantes a algunos de estos niños, y se les mantuviera en ese estado, del mismo modo que a muchos pacientes de edad avanzada que viven en hogares de reposo se les mantiene sometidos a dosis permanentes de tranquilizantes fuertes para que el trabajo de la plantilla de enfermeras no resulte tan duro. Por desgracia esta propuesta es caracterÃstica de las clases de presiones que suelen encontrarse en nuestra sociedad actual en pro del conformismo.
Si muchos obstáculos impuestos pueden detener definitivamente la capacidad de resolver problemas, también puede tenerla un tipo dudoso de enunciado. Un caso concreto es el viejo dicho, «Fabrica una ratonera eficaz y el sendero que conduce a tu puerta se llenará de gente». ¿Aquà cual es el problema que cuenta, atrapar ratones o librarse de ellos? Supongamos que la ciudad donde vivo está repleta de roedores. Supongamos que la ciudad donde vivo está repleta de roedores. Supongamos que consigo inventar una ratonera perfeccionada. Consecuencias: a la mañana siguiente tendré que vérmelas con diez millones de ratas y ratones que han caÃdo en las trampas. Mi solución puede haber sido notablemente nueva, pero el enunciado dudoso original era erróneo. El verdadero problema era cómo librarse de las ratas y ratones. Hubiera convenido más una solución fantástica: retransmitir por todas las radios y televisores una onda ultrasónica o subsónica durante unas horas, la cual, aunque inocua para otras criaturas vivientes, esterilizarÃa a ratas y ratones. Unos meses después la población roedora se habrÃa extinguido. (Todo esto eleva un problema ético: ¿se debe permitir a las ratas y ratones que vean la televisión?). Pero, en serio, elevarÃa el problema ambiental de hasta que punto son algunos pequeños roedores  eslabones importantes del eco-sistema.
No obstante, casi todos los problemas que exigen soluciones nuevas urgentes y radicales aparecen en especialidades completamente nuevas.
Chad Oliver dice en su novela de ciencia ficción Shadows in the Sun (Tinieblas en el Sol):
«…tendrÃa que arreglárselas por sà mismo. Se dice fácil, es uno de los tropos más corrientes del idioma, pero Paul Ellery sabÃa que no era sencillo. Casi toda la gente vive y muere sin tener que resolver jamás un problema totalmente nuevo. ¿Quieres saber como te las vas a arreglar para no caerte de la bicicleta? Papá te enseñará. ¿Cómo vas a poner las cañerÃas de tu casa nueva? El fontanero te las pondrá. ¿Será correcto visitar a la señora Layne, tras las habladurÃas que corrieron sobre ella y el jugador de rugby visitante? Hombre, llama a las chicas y háblalo con ellas. ¿Ponemos saltamontes en la próxima barbacoa? No, caramba, a quien se le ocurre. ¿Y si al volver del trabajo te pones una toga y haces una inmolación en el patio? Pero, ¿qué dirán los vecinos?
Bien, pero… ¿Cómo se quita un Whumpf de la mantequilla? ¿Qué se puede hacer con los Grlzeads de las escaleras? ¿Cuánto es razonable pagar por un Liiangnuf-fel nuevo? ¿Se puede abnakaver con un prwaatz?
¿Pero qué estupideces! Es la primera vez que oigo semejantes cosas. Ta tengo yo bastantes problemas como para complicarme la vida con esos manejos.
¡Me importan un Whumpf! Afirmo.
Unas situación totalmente ajena a la experiencia humana…»
Vivimos en una sociedad que castiga a las personas altamente creativas por su autonomÃa inconformista. Ello hace que resulte desalentadora y difÃcil la enseñanza, en el diseño, de los modos de resolver problemas. Un estudiante de 22 años llega a la escuela con fuertes prejuicios ante las nuevas formas de pensar, prejuicios engendrados por unos 16 años de educación inadecuada y por un legado adquirido en la infancia y la pubertad de que tiene que «amoldarse», «adaptarse», «ser como todos». Como es de esperar, se dedicará a buscar la escuela y plan de estudios que le ofrezca la mayor recompensa personal posible en el plazo más breve. Mientras tanto la sociedad no cesa de promover nuevas pautas sociales que prometen una tenue desviación respecto a la lÃnea central, pero que nunca ponen en peligro el caleidoscopio de grupos marginados que constituyen el conjunto de la sociedad.
En primer lugar tenemos que comprender los aspectos psicológicos del proceso de la resolución de problemas. Aunque todavÃa no hay ningún psicólogo o psiquiatra que pueda señalar los mecanismos exactos del proceso creativo, cada vez se dispone de más datos. Sabemos que la capacidad de generar ideas nuevas libremente es una función del subconsciente, y que el motor impulsor es la facultad asociativa del cerebro. Todos poseemos la capacidad de encontrar muchas ideas nuevas, sea cual sea nuestra edad (exceptuando la senilidad y anilidad) y el llamado coeficiente de inteligencia (exceptuando, claro está, a los imbéciles).
El talento multidisciplinario ayuda a la capacidad de asociar libremente. Proceso que puede verse enriquecido por la amplitud de conocimientos y la calidad de la memoria y la capacidad de recordar. Es indispensable la aptitud de considerar las cosas desde nuevos puntos de vista; dicha «nueva manera de ver las cosas» puede realzarse mediante el conocimiento y absoluta comprensión de una segunda lengua. Porque la estructura de las lenguas nos proporciona formas (cada una discretamente distinta según el idioma) de tratar y experimentar realidades.
Es perfectamente posible decir, por ejemplo: «Voy a San Francisco», declaración que, palabra por palabra, puede construirse en alemán (“Ich gehe nach San Franciscoâ€), pero que no tiene sentido, desde un punto de vista lingüÃstico. En alemán es preciso añadir un calificativo, por ejemplo: Voy a San Francisco en avión, o, voy a San Francisco en coche. En los idiomas navajo y esquimal la declaración tiene que calificarse de un modo más especÃfico si queremos que tenga sentido: «Voy (solo, o con dos amigos, o en compañÃa) a san Francisco (y me quedaré allà hasta la vuelta; mi amigo seguirá el viaje) en coche (unas veces conduzco yo, otras mi amigo; caracterÃsticas de ese coche).» Si nos aproximamos a un problema con más de un idioma, aquél se nos clarificará un tanto; poco importa que la lengua estudiada sea alemán, finlandés, swahili, piano, violÃn, fortran, o cobol.
La intolerancia crea obstáculos más insalvables. En el ámbito social la «tolerancia» es imperativa a la capacidad de resolver problemas. La mente popular se ha adelantado a los hallazgos de los psicólogos: «tiene una mentalidad cuadriculada» o «No se sale del carril» son definiciones muy precisas de lo que suele acontecer. Si una persona dice «negro», «judÃo», «rojillo», «hippy», «católico«, o algo por el estilo, y otra persona lo asocia inmediatamente con «hijo de perra», tendremos un caso de «encarrilamiento». La respuesta por asociación de ideas ha abierto, literalmente, un surco (o carril) en la pauta de respuesta-engram del córtex cerebral. Del mismo modo que los psicólogos pavlovianos parecen dar gran importancia al hecho de que el perro produce saliva bajo determinadas condiciones, tenemos que las personas intolerantes actúan a nivel de reflejos condicionados.
Quien acostumbra a resolver problemas de modo rutinario también responde al concepto «seguridad» de forma diferente a la de sus contemporáneos conformistas. Investigaciones llevadas a cabo en 1958 en la Universidad de California-Los Ãngeles entre artistas, arquitectos, ingenieros propietarios de un número desacostumbradamente elevado de patentes, compositores, músicos, escritores, cientÃficos que trabajan en investigaciones importantes, demostraron que una de las caracterÃsticas comunes a todas estas personas (sea cual fuere su posición económica) era que casi todas ellas habÃan suscrito un seguro de vida menos importante que los suscritos por la gente en general. Las personas creativas suelen procurar encontrar la seguridad en ellas mismas en lugar de pagar cuotas mensuales de 18 dólares 95 centavos.
Hasta el momento de ir al colegio por primera vez, parece que casi todo el mundo tiene una capacidad de resolver problemas prácticamente idéntica. Entonces empiezan a formarse obstáculos emocionales de tipo sensorial, cultural o asociacional que inhiben la capacidad creadora inherente a la persona.
Enumeramos aquà los obstáculos sensoriales sólo para que se sepa que existen. Una persona daltónica dicotómica, por ejemplo, tienen un leve obstáculo sensorial en el campo de la vista. El daltonismo tricotómico constituye un obstáculos más serio, mientras que la glaucoma, cataratas y otros fenómenos que conducen a la ceguera total constituyen obstáculos sensoriales totales a la vista. La sordera es un obstáculo sensorial total al oÃdo. La incapacidad psicológica de servirse de todos los sentidos en la observación de datos conducirá frecuentemente a la creación de un obstáculo total. Estos obstáculos sensoriales, si son curables, pertenecen a la especialidad del médico, el cirujano y el psiquiatra.
Los obstáculos culturales, como su nombre indica, son los que el entorno cultural impone al individuo. Y en todas las sociedades existe una serie de tabúes que ponen en peligro el pensamiento independiente. El famoso problema esquimal de los nueve puntos, que puede aturdir durante horas al hombre occidental medio, lo resuelven los niños esquimales en cuestión de minutos, pues los conceptos espaciales de este pueble son muy diferentes de los nuestros. El profesor Edward Carpenter nos dice que los hombres de la tribu Aklavik (Alaska) son capaces de preparar mapas fidedignos de cualquier isla pequeña: sólo esperan que caiga la noche, y entonces dibujan el mapa guiándose por el ruido de las olas que lamen la costa en la oscuridad. En otras palabras, perciben la forma de la isla mediante una especie de radar primitivo. A veces quedamos confundidos con el arte esquimal, pues hemos perdido la primitiva capacidad de este pueblo de considerar a la vez todos los aspectos de un dibujo.
Doble página de la edición en español de Diseñar para un mundo real (1977), contiene la ilustración con «El problema esquimal de los nueve puntos». |
Un fabricante de inodoros presenta como sigue otro problema de obstaculización cultural: mientras que el norteamericano medio cambia de automóvil cada dos años y medio, se compra un traje nuevo cada nueve meses, adquiere un nuevo refrigerador cada diez años, e incluso cambia de domicilio cada cinco más o menos, nunca compra un inodoro nuevo. Si alguien diseñara la clase de inodoro que indujese a la gente a «cambiarlo» por el suyo usado, esta industria se beneficiarÃa en gran manera. A primera vista parece que se trata de una tarea sospechosa que exige caÃda en desuso creada artificialmente. Inmediatamente brillan dos respuestas en la mente del «estilista»: El «enfoque Detroit», que posiblemente dotarÃa a la taza de aletas aerodinámicas y ornamentación de cromo, o el enfoque «los inodoros son simpáticos», que consistirÃa en pintar su superficie con, por ejemplo, florecitas, pájaros, o cosas por el estilo. Pero la investigación inteligente ha demostrado que todos los inodoros resultan demasiado altos, desde el punto de vista médico. La posición ideal para servirse de este utensilio es la agachada, en cuclillas. Lo cual puede lograrse de dos maneras: elevando el suelo o bajando la taza. Como el cliente se dedicaba a fabricar mobiliario de baño fijo, se le diseñó y construyó un nuevo inodoro más bajo. Pese a sus evidentes ventajas médicas e higiénicas, y pese a que ya existÃa un motivo real para comprar inodoros, el diseño fue rechazado. El fabricante estaba convencido de que el obstáculo cultural existente en la mentalidad del público era demasiado sólido en este aspecto, y que le resultarÃa imposible dar publicidad al utensilio. Lo dicho no es una anécdota de curioso buen gusto, sino más bien el ejemplo de un obstáculo cultural muy claro: el producto en cuestión hubiera podido anunciarse fácilmente en Finlandia o Japón, por ejemplo.
Los obstáculo culturales que actúan en este sector pueden resultar sumamente contraproducentes. En el DÃa de la Tierra celebrado en 1970 se recomendó a la gente que metiera dos o tres ladrillos en las cisternas de sus inodoros, con lo que se reducirÃa el consumo de agua realizado cada vez. En este caso también puede sugerir una corrección del diseño. Como lo que una persona deja en el inodoro difiere tanto en cantidad como en calidad, parecÃa sencillo rediseñar el aparato de manera que se pudiera seleccionar la cantidad (grande o pequeña) de agua necesaria para la limpieza. Mi cliente volvió a rechazar ese concepto porque, como hombre que vive de la fabricación de inodoros, era «de mal gusto».
En este caso el diseñador vuelve a estar tentado de limitarse a seguir adelante y diseñar un producto como el que se especifica más arriba, con lo que incitarÃa al consumismo. Una estrategia mejor consiste en facilitar al público una serie de opciones similares. En el caso anterior supondrÃa presentar el inodoro perfeccionado a aquellos consumidores (como son las empresas de la construcción, planificadores urbanos, etc) que están a punto de adquirir uno nuevo. Al mismo tiempo se diseñaba un accesorio, que podrÃa comercializarse a menos de diez dólares, que redujese la necesidad de agua de los inodoros en existencia. Finalmente, quienes asà lo deseen podrÃan contentarse con introducir dos o tres ladrillos en la cisterna.
El tabú cultural que rodea los procesos de eliminación también ha puesto trabas a otros perfeccionamientos. El papel higiénico es de una textura tal que su fabricación exige enormes cantidades de agua. Por motivos que todo el mundo desconoce, los rollos son de ancho uniforme; si se redujera la anchura en dos centÃmetros y medio se podrÃa ahorrar en el proceso de fabricación millones de litros de agua diarios, sin que ello fuera en menoscabo de la eficacia del papel. He aquà otra idea sensata desde el punto de vista ecológico a la que nadie ha hecho caso.
Si ahora paso a un nivel superior, de la eliminación de la materia fecal a su utilización constructiva, se me hará todavÃa menos caso. La gente siempre se siente incómoda cuando se plantea la factibilidad de reciclar los desechos humanos (cuando se habla, por ejemplo, de los casos de cápsulas y estaciones espaciales). Conviene recordar que la Tierra es como una balsa en medio del océano, que cuanto respiramos, bebemos, comemos, llevamos puesto o utilizamos, ha pasado por miles de millones de aparatos digestivos desde la formación del planeta. Nuestros obstáculos culturales tienden a afectar nuestro pensamiento en este aspecto, y nuestro pensamiento afecta nuestras acciones. Para nosotros los rÃos y lagos están «contaminados por los desperdicios humanos», utilizamos palabras como «aguas de albañal», y nos espanta enterarnos de que nuestros recursos lÃquidos están «envenenados» por los excrementos humanos. No sabemos decidir, como en el caso de la ratonera perfeccionada mencionado anteriormente, qué nos interesa más, librarnos de los excrementos, o simplemente apartarlos de nuestro abastecimiento de agua potable.
Lo que quiero dar a entender es que se ha ignorado completamente la totalidad del campo de la digestión aerobia y anaerobia. En el momento de escribir esto (diciembre de 1970) sólo tres cientÃficos importantes se ocupan de estudiar el proceso completo de generación de gas metano. Si dejamos aparte algunos párrafos aislados del The Whole Earth Catà log que nos informan de que algunos excéntricos británicos se las arreglan para activar sus automóviles mediante excrementos de volátiles, el hecho concreto es que el público ignora en gran manera las gigantescas fuentes de energÃa que pueden extraerse de nuestros procesos corporales de putrefacción, digestión y excreción. Y sin embargo, a mi modo de ver, el reciclaje de esta energÃa constituirÃa el primer paso lógico en el establecimiento de un nuevo estilo de vida.
La tecnologÃa de la investigación de nuestros dÃas es perfectamente capaz de perfeccionar un convertidor de energÃa primario el cual, sirviéndose de los sistemas de digestión anaerobia, harÃa que una casa se independizase totalmente del exterior. Cuando hojeo os periódicos locales de barrios y comunidades siempre me parece patético que gran parte de sus pertrechos (transformadores, bombas, equipos de alta fidelidad, generadores luminosos, proyectores, etc.) todavÃa tengan que enchufarse en alguna parte. La obtención de energÃa mediante reciclaje biológico no sólo posibilitarÃa la verdadera independencia, sino que también supondrÃa un notable avance ecológico.
Resulta curioso que en este sector no se realice prácticamente ninguna investigación. Que la ausencia se deba a que el campo de estudios resulta excesivamente amplio, o a que exista una gigantesca conspiración por parte de las compañÃas petrolÃferas encaminada a eliminar dicho estudio, eso es lo de menos. Lo que cuenta es el hecho de que nos movemos en un área que el público ha aprendido a considerar «inmunda»; con ello la indagación queda abortada a causa de un obstáculo cultural.
Gran parte de lo dicho ya ha sido ensayado, pero generalmente sólo a nivel personal. El Doctor George W. Groth, hijo, tiene encerrados mil cerdos en su granja cercana a San Diego, California. El estiércol producido por los mismos pone en funcionamiento un generador comprado al ejército de diez kilowatios de potencia, el cual proporciona toda la electricidad que se necesita, tanto para el alumbrado como para la energÃa necesaria. Dispuso un casquete sobre el hoyo del estiércol lÃquido y conectó los gases de albañal a un motor de gasolina. El agua caliente procedente del sistema de refrigeración del motor recorrer los 100 meros de tuberÃa de espiral de cobre inmersa en el hoyo. Se mantiene una temperatura que oscila entre los 90 y 100 grados Fahrenheit, la que proporciona una «digestión» máxima. Una pequeña bomba que parte de la polea del ventilador pone el agua en movimiento. Un ciclo completo d digestión dura unos veinte dÃas, pero una vez en marcha el proceso es continuo. Aparte de suministrar energÃa eléctrica, el sistema es prácticamente inodoro y no atrae moscas. Finalmente, diremos que el estiércol empieza por descomponerse en sus compuestos orgánicos simples, como ácidos y alcoholes, y éstos a su vez, debido a la ausencia de aire, hasta dar anhÃdrido carbónico, agua y gas metano.
También se han realizado experimentos de este tipo en Asia y Ãfrica.
Creo que queda claro que esta estrategia de diseño nos aporta una forma de utilizar los desperdicios humanos y animales, al convertirlos en fuente de energÃa y reciclar lo resultante. Es curiosos que la mayor parte del lo poco que se ha escrito hasta ahora sobre el tema ha aparecido siempre en la prensa «underground» o partidaria de otros estilos de vida.
Los obstáculos asociacionales actúan en aquellas áreas en las cuales las imposiciones e inhibiciones predeterminadas psicológicamente , que a veces retroceden hasta la más temprana infancia, nos impiden pensar libremente. Este aspecto puede ilustrarse con un viejo y muy conocido experimento.
En una escuela de la Costa Este se instaló de forma inamovible en el piso de cemento de un sótano un tubo de acero de 180 cms. De largo y 5 cms. de diámetro, de manera que 30 cms del mismo quedaban bajo el nivel del suelo y 150 por encima, verticalmente. Después se dejó caer por el tubo una pelota de ping-pong de manera que quedó a 180 cms por debajo de la abertura superior. Por la habitación se repartió una variedad de herramientas, utensilios y otros artilugios. Por el sótano fueron pasando de uno en uno mil estudiantes, a los que se pedÃa encontrasen algún método para sacar la pelota. Las soluciones que se intentaron aplicar fueron tan numerosas como los estudiantes: unos trataron de aserrar el tubo, pero era demasiado resistente; otros dejaron caer sobre la pelota limaduras de hierro y luego intentaron «pescarla» con un imán, pero éste se adherÃa a las paredes del tubo mucho antes de que pudiera llegar al fondo. Hubo quienes lo intentaron colocando un chicle usado en el extremo de una cuerda, pero las oscilaciones pendulares que se producÃan al ascender eran suficientes para que la pelota se desprendiera. También fue improductivo unir varias pajas de refrescos e intentar «succionar» la pelota. Per más tarde o más temprano casi todos los estudiantes (917 de 1000, lo cual es una buena proporción) dieron con un fregasuelos y un cubo de agua que habÃa en un rincón, echaron agua en el tubo, y la pelota flotó hasta el extremo superior. Sin embargo, este era tan sólo el grupo de control.
A continuación se pidió a una segunda sucesión de mil estudiantes que resolviera el mismo problema; las condiciones eran las mismas, excepto que se eliminó el cubo de agua y en su lugar los psicólogos colocaron una mesa de palo de rosa antigua sobre la que se encontraba una jarra de agua de cristal delicadamente tallado, dos vasos y una bandeja de plata. Sólo 188 estudiantes de este segundo grupo resolvieron correctamente el problema. ¿Por qué? Evidentemente, porque más del 80 por ciento de este grupo no «vio» el agua. Salta a la vista que es más fácil ver una jarra de cristal sobre la mesa de palo de rosa que un cubo que está en un rincón. Lo que queremos decir es que el segundo grupo no consiguió asociar el agua con un método de flotación. Con la bella jarra era mucho más difÃcil hacer asociaciones que con el cubo, pese a que no puede decirse que acostumbremos a utilizar el agua de un cubo para poner a flote pelotas de ping-pong.
Poco después de que terminara la Segunda Guerra Mundial la Raymond Loewy Associates diseñó con éxito un pequeño ventilador casero cuyo funcionamiento era totalmente silencioso. Cual no serÃa su consternación cuando la reacción del público no tardó en obligar a esta organización de diseño a incorporar al aparato un nuevo engranaje que producÃa un ligero sonido: porque la ama de casa norteamericana media asociaba el ruido con la refrigeración, y estaba convencida de que un ventilador totalmente silencioso no suministraba aire suficientemente fÃo.
A veces el entrenamiento especÃfico que ha adquirido una persona profesionalmente puede erigir obstáculos asociacionales todavÃa más sólidos. Cuando se presenta a arquitectos, ingenieros y delineantes los planos frontal y lateral derecho del objeto de la figura y se les pide que tracen una vista plana o en perspectiva correcta, suelen fracasar en una proporción más elevada que la gente profana en la materia. La respuesta correcta a este problema en particular es también interesante por otro motivo: hay dos respuestas igualmente correctas; según cual elija el estudiante podremos saber si ha llegado a ella a través de una especie de análisis creativo, o mediante «intuición repentina». El rozamiento que conducirÃa a dar la respuesta número uno serÃa más o menos como sigue: «el plano lateral derecho no nos dirÃa mucho; tiene que ser una sección central. Asà que tengo que dar con una figura geométrica en la que la sección central teórica y el plano lateral derecho sean idénticos. Como respuesta escojo el triángulo equilátero; me doy cuenta de que el borde frontal serÃa una lÃnea en el plano frontal. Pero esta lÃnea desaparece si lo redondeo, y con ello obtengo la respuesta correcta al problema». En el segundo caso se llega a la respuesta igualmente correcta (pero mucho más «elegante», en términos matemáticos) mediante perspicacia repentina e intuición.
No hace falta decir que, en este caso, el obstáculo asociacional particular que impide a la gente solucionar correctamente el problema, sea cual sea la solución, se encuentra en el hecho de que establecen una relación de ángulo recto totalmente falsa, no especificada, con lo que visualizan la figura como si fuera rectangular o cuadrada. «Rectangularidad» o «cuadratura», pues, es el obstáculo fundamental que la persona misma incorpora al problema que quiere solucionar.
Puede que sean los obstáculos emocionales los más difÃciles de superar. Dentro de esta categorÃa se incluye el miedo a cometer un error, el miedo a hacer el ridÃculo, un deseo patológico de seguridad acompañado de una desgana latente ante el riesgo o la exploración de nuevos caminos, falta de decisión para acometer una idea a causa de la posibilidad de fracaso final. Otros obstáculos son el sentimiento arraigado de inferioridad (lo cual fuerza al diseñador a «echar mano de lo primero que se le ocurra» en lugar de tener en consideración una variedad de opciones), el miedo a los colegas, al profesor, a los estudiantes, etc.
En los puntos que siguen recapitularemos cuanto se ha demostrado hasta ahora:
- Debido a las constantes incitaciones tendentes a disminuir el individualismo y fomentar el conformismo que la publicidad de masas, los medios de comunicación de masas, la producción en masa, la automatización, imponen a la sociedad, la capacidad de resolver problemas de maneras nuevas e inesperadas se va haciendo cada vez menos corriente.
- En una sociedad que cada vez va más deprisa y que es cada vez más compleja, el diseñador se enfrenta con cada vez más problemas que sólo pueden resolverse aplicando métodos básicos nuevos.
- Nuestros estudiantes de diseño se gradúan con algunos conocimientos técnicos, bastantes habilidades, y cierto grado de sensibilidad estética, pero prácticamente carentes de métodos que les permitan obtener alguna penetración básica ante los problemas.
- Se ven incapaces de solucionar problemas nuevos debido a obstáculos sensoriales, culturales, asociacionales y emocionales. Dichos obstáculos son consecuencia directa de la carrera acelerada hacia el conformismo y la llamada “adaptaciónâ€.
- Carrera que no se opone solamente a la verdadera creatividad del diseño, sino que también, en un sentido más amplio, viola las caracterÃsticas mismas de supervivencia de la especie humana.
- Los distintos obstáculos no son parte inherente de la estructura de la personalidad, sino que se trata de factores que se aprenden, que coartan y que inhiben.
Con ello nuestro trabajo se convierte en la ocupación dedicada a encontrar métodos que permitan eliminar los obstáculos antedichos. Haciendo que los estudiantes y diseñadores jóvenes se enfrenten repentinamente con problemas lo bastante aparatados de la vida cotidiana como para que se vean forzados a desarrollar pautas de raciocinio totalmente nuevas, asociaciones corticales también nuevas (con ambos pies firmemente plantados en una nubecilla); señalándoles constantemente la naturaleza delos distintos obstáculos, será posible ayudarles a descubrir su potencial de diseño creativo. Al obligarles a resolver problemas que nunca han sido resueltos, problemas que están más allá de la experiencia humana habitual, se va estableciendo poco a poco un patrón de costumbre, el patrón de resolver problemas sin el estorbo de los obstáculos (pues estos no pueden actuar sobre problemas muy alejados de la experiencia cotidiana); y este patrón se llevará después a la resolución de todos los problemas, sean o no familiares.
¿Qué es exactamente «un problema totalmente nuevo, más allá de toda experiencia humana previa»? Si se nos pide diseñemos un animal fabuloso. Distinto de todos aquellos que nos son familiares, lo más probable es que demos con algo que tenga cuerpo de caballo, patas de elefante, cola de león, cuello de jirafa, cabeza de ciervo, alas de murciélago, y aguijón de abeja. En otras palabras, no habremos hecho más que reunir una serie de partes que nos son familiares para conseguir un conjunto impracticable, no funcional, y nada familiar. Asà no se resuelve un problema. Por otra parte, si se nos pide que diseñemos una bicicleta a utilizar por un hombre que tenga tres piernas y sea doble manco, habremos de resolver un problema funcional especÃfico lo bastante alejado de la experiencia cotidiana previa como para que resulte valioso en este contexto.
El finado profesor John Arnold sentó las bases de esta especialidad, primero en el Instituto Tecnológico de Massachussets y más tarde en Stanford, trabajando con estudiantes de ingenierÃa y diseño industrial. Quizá sea el proyecto «Arturo IV» el más conocido de los problemas que planteó: en él se facilita a los alumnos un voluminoso informe referente a los habitantes del cuarto planeta del sistema de Arturo, y al planeta mismo. Estos mÃticos habitantes, una especie extraordinariamente alta y de lentos movimientos que desciende de las aves, tienen tres dedos en cada mano, y tres ojos, de los cuales el central es de rayos X. Sus reflejos son casi diez veces más lentos que los de los seres humanos; la atmósfera que respiran es metano puro. Si ahora se pide a la clase que diseñe para estos seres un vehÃculo similar al automóvil, por ejemplo, se manifestará inmediatamente la absoluta novedad e importancia de los lÃmites dentro de los cuales es posible diseñar.
El indicador de gasolina pasa a ser un instrumento innecesario, evidentemente, pues el ojo de rayos X de los arturianos les permite inspeccionar el depósito. ¿Qué hay del velocÃmetro? Es obvio que la velocidad máxima habrá de limitarse a unos trece kilómetros por hora, pues de lo contrario, debido a sus lentos reflejos, estará siempre presente la posibilidad de estrellarse contra todo vehÃculo antes de que se pueda reaccionar. Sin embargo, estos seres serÃan capaces de percibir sensorialmente la variación de velocidad (hasta trece Km/h) de modo análogo a como nosotros percibimos la amplitud de velocidad en nuestros velocÃmetros. La respuesta a este problema parece sencilla: bastarÃa con subdividir el cuadrante del velocÃmetro. ¿Pero qué sistema numérico utilizará un pueblo que tiene tres dedos en cada mano y tres ojos, el decimal, el duodecimal, el binario o el sexagesimal? Como estos vehÃculos se construirán en la Tierra para exportación a Arturo IV, ¿se les dotará de un motor de gasolina estándar con protección contra la atmósfera de metano, o deberá diseñarse un nuevo tipo de motor, especialmente ideado para que su funcionamiento en tal atmósfera sea óptimo? ¿Cómo tendrá que ser su configuración general? Se le podrÃa dar forma de huevo podrÃa significar, en términos psicológicos, un regreso a la matriz, la creación de una falsa sensación de seguridad; podrÃa ser, en definitiva, la peor configuración posible en términos de seguridad del automóvil. Posiblemente convenga más diseñar una configuración que se asemeje a un huevo lo menos posible… En resumen, se trata de un encargo extremadamente difÃcil.
El problema de Arturo IV no es más que uno de los muchos que ha preparado el Profesor Arnold; partiendo del forzosamente conciso análisis de uno de los posibles enfoques veremos que, aunque fantástico y propio de la ficción cientÃfica, no deja de ser un acercamiento serio a la resolución creativa de problemas.
En la naturaleza podemos encontrar un región todavÃa más fértil y rica en planteamientos de problemas. En el quinto capÃtulo comenté la utilización de semillas artificiales como parte de un dispositivo destinado a controlar la erosión del suelo. En el capÃtulo noveno se discutirá detalladamente la conducta de vuelo y descenso en espiral de diversas semillas. Baste de momento decir que si se deja en el aire una semilla de arce, descenderá a plomo los primero 30 centÃmetros para después planear suave y pausadamente con un desplazamiento en espiral, hasta terminar posándose suavemente en el suelo. (Durante la fase de descenso en espiral se ve también afectada por una corriente de aire lateral). Se entregó una semilla de arce a cada estudiante, diciéndoles que la estudiaran durante dos semanas. Terminado el plazo se les dijo que encontraran un diseño de aplicación práctica a partir de ella, basándose en su forma general (aunque no en el tamaño) y en su dinámica de movimiento descendente.
Entre las respuestas se sugerÃa una bengala de socorro continua de 137 cms de largo que podÃa utilizarse en operaciones nocturnas de salvamento aéreo o marÃtimo; dispositivos que se dejarÃan caer sobre los inaccesibles lagos de Ontario septentrional con fines de repoblación piscÃcola; cápsulas para repoblación forestal; dispositivos para suministrar alimento a ganado y fauna aislada por la nieve. Otras respuestas se referÃan a juguetes; un laboratorio giratorio para estudiar el mareo provocado artificialmente y la medicina espacial; cohetes de reconocimiento fotográfico a gran altura, en los cuales las cámaras constituÃan la vaina de la semilla; y, finalmente, una semilla de arce de plástico llena de productos quÃmicos: miles de ellas podÃan llegar a focos inaccesibles de incendios forestales, y extinguirlos.
De cuanto antecede puede verse que el «cómo» enseñar creatividad en el diseño debe consistir en gran manera en el establecimiento de un medio en el que puedan florecer nuevos enfoques. ¿Cuál ha sido, en este contexto, la función de la escuela y de la educación en general? Ha ofrecido el status quo cultural de su tiempo al esparcir la masa de conocimientos que actualmente se aceptan como «la verdad». Nunca se ha preocupado del cerebro humano individual; por el contrario, si ha tenido en cuenta la enorme diversidad de mentalidades ha sido considerándolas como algo que tiene que ser nivelado, de manera que el plan de estudios o la teorÃa en boga en ese momento pueda «vender» con un mÃnimo esfuerzo. No hemos admitido que el descubrimiento, el invento, y el pensamiento original, son actividades culturales excepcionales (¿recuerdan el caso de E=mc2?), en tanto que la llamada educación no es más que un mecanismo que conserva la cultura. La educación, por su naturaleza intrÃnseca, tal como es ahora, es incapaz de fomentar nuevos rumbos vitales en cualquier faceta de nuestra cultura. Tan solo puede aparentar que asà lo hace, el fin de mantener una sustentadora ilusión de progreso.
Uno de los principales problemas que supone la utilización afortunada de la imaginación creativa es que la «innovación» suele implicar el experimento, y el experimento implica el fracaso. En nuestra cultura orientada al éxito la posibilidad de fracasa, pese a ser inevitable concomitante del experimento, va contra la matriz. Asà pues, debe darse al diseñador creativo no sólo la oportunidad de experimentar, sino también la oportunidad de fracasar. La historia de todo nuestro progreso está mezclada con una historia de fracasos experimentales. Este «derecho a fracasa», sin embargo, no absuelve al diseñador de sus responsabilidades. He aquÃ, posiblemente, el punto capital: inculcar al diseñador un interés por el experimento que esté emparejado con un sentido de responsabilidad por sus fracasos. Por desgracia es raro encontrar sentido de responsabilidad y atmósfera permisiva a los fracasos.
Un ambiente más ideal para el diseño creativo consistirÃa en acostumbrar a estudiantes y diseñadores a trabajar en aquellos sectores en los cuales no pueden actuar sus muchos obstáculos e inhibiciones; ello exigirÃa un nivel de tolerancia de los fracasos experimentales más amplio. ImplicarÃa además la enseñanza y exploración de principios básicos que, por su propia naturaleza, no tiene aplicación inmediata. Todo ello supone una «suspensión de la fe» en las respuestas fáciles y en la voluble y embaucadora cursilerÃa que caracteriza casi toda labor de diseño que dimana de nuestras escuelas y oficinas.
Desafortunadamente, nuestra sociedad está estructurada de tal manera que, por paradójico que parezca, todo lo dicho puede conseguirse fácilmente. No hace falta que vayamos a Arturo IV para que nuestros diseñadores y estudiantes tengan que vérselas con algo totalmente extraño a sus experiencias conocidas. Nos basta con ponernos a diseñar para familias de bajos ingresos. Pues aunque el diseñador ha venido orientándose a la modas de las burguesÃas media y alta, últimamente también se ha puesto de moda hacer un poco de diseño simbólico para determinados «negritos de la casa» que representan a los pobres. Entretanto hemos perdido de vista el hecho de que una parte considerable de nuestra población está sufriendo discriminaciones bastante más sutiles.
Pongo en tela de juicio, pues, la totalidad de las hoy populares tendencias del diseño. «Poner sexo» al producto (que en la jerga del diseñador significa hacer que las cosas resulten más atractivas al mÃtico consumidor) carece de sentido en un mundo en el que la necesidad básica de diseño es muy auténtica. En una época como la nuestra, en la que parecemos estar dominando los aspectos formales, ya va siendo hora de que se vuelva al contenido.
Gran parte de cuanto se viene sugiriendo a lo largo de este libro a modo de variedad de opciones que el diseñador puede atacar posee también la provechosa cualidad de que resultará nuevo tanto para el diseñador como para el estudiante. Si (dentro del propósito de este libro) realizamos lo que parece ser correcto, estaremos al mismo tiempo desarrollando nuestra capacidad de ver las cosas de manera distinta y de hacer cosas que son nuevas.
Para saber más:
Papanek, Victor: Diseñar para el mundo real. EcologÃa Humana y Cambio Social. Verkami
Victor Papanek: algunas ideas sobre ecologÃa desde el diseño
Diseñar para el cambio social
Diseño activista por un mundo sostenible
Petz Scholtus:
«Debemos dejar de comprar cosas para el momento»
De verde a sostenible
Joan Rieradevall:
«Los diseñadores son clave para una sociedad mejor»
El Tinter: un taller 3.0. Creatividad, utilidad y respeto
Editorial #01:
Medio Ambiente
Ecodiseño en el marco del consumo sostenible
Rachel Carson, una investigadora comprometida